BIENVENIDOS


En este lugar se encuentran reunidos nuevamente el tiempo, la música y nuestros recuerdos...Iniciemos este maravilloso viaje al ritmo de las canciones y melodías de la Música sin Final...Déjese llevar por el mágico sonido que envuelve milagrosamente, ese algo que creíamos olvidado, pero que sigue ahí escondido en algún lugar, sin límites...sin final...¿Quiere saber en dónde está ese lugar?...Habita en su recuerdo y está más allá de la música...¿Nos hace el honor de acompañarnos?...Gracias.

Sus amigos,

Ricardo y Alejandro Martínez Arreola

viernes, 17 de diciembre de 2010

LOS AÑOS MARAVILLOSOS

Antes que nada, deseamos apartar nuestro comentario de cualquier cliché o idea romántica en que podamos incurrir. No es más que un mero ejercicio para que los recuerdos surjan de ese desorden en el que ocasionalmente quedan atrapados. Quizá por equivocación pertenecemos a una generación que conserva el interés por disfrutar de cosas que sucedieron en otras épocas y tal vez, con un dejo de tristeza, tenemos que reconocer que este discreto placer se irá con nosotros, los muchachos de antes, pues todo indica que no tiene significado alguno para quienes en la familia, vienen detrás.

Hemos tomado nuestro título de una de las dos series televisivas que han abordado en mayor o menor medida dos décadas importantísimas para muchos de nuestra generación. Toda recreación parte desde el núcleo primordial de la sociedad - la familia- y a su vez desde la óptica del miembro más joven de ella, el cual a manera de narración nos describe los acontecimientos políticos, económicos, sociales o de cualquier índole que influyeron directamente en su vida. Tanto Los años maravillosos (1968-1973) como Cuéntame cómo paso (1968-al parecer abordará los años 80’s) no sólo se convirtieron en una mirada nostálgica sobre el pasado, sino en una lectura idónea de aquel tiempo para las nuevas generaciones.

Los años sesenta forman parte de una de las más maravillosas décadas del siglo pasado, rica en sucesos, con una dinámica social y musical muy particular, mentiríamos si dijéramos que un acontecimiento o canción de aquéllos años no va aparejado a nuestros recuerdos. Tal vez sea una mezcla curiosa de lugares, hechos o personajes que en la esencia de sus ideales y ante la adversidad coincidían en un lugar común: el cambio y la negación de la realidad impuesta.

En el invierno de 1965 nuestros padres deciden construir lo que para bien o para mal sería su idea de una familia, con todas las dichas y accidentes que el abanico de las relaciones de pareja puede ofrecer.

Para los niños que nacieron en los últimos años de esa sutil mentira que los economistas e historiadores llaman el desarrollo estabilizador, los días y sus noches estaban llenos de magia y de color.

En aquel tiempo la ciudad se vestía toda de lila para recibir a la primavera y los niños caminábamos por sus calles llenas de historia y coloridas tradiciones, sin miedo y sin pensar siquiera en que la noche con todos sus murmullos nos pudiera sorprender lejos de casa.

Los barrios clasemedieros atestiguaban el crecimiento de la capital. La gente que había abandonado sus pueblos o rancherías en la lejana provincia (como aquel cenzontle que busca en donde hacer nido) se había encargado de formar el nuevo rostro de la capital azteca... El paisaje de antaño permanece en el recuerdo de esa generación tan vivos y tan presentes como en aquellos días de la infancia. Hace cuarenta años, los barrios populares de la ciudad de México eran muy diferentes a los de hoy. El paisaje urbano se engalanaba con los depósitos de petróleo y combustible para los calentadores de agua; también podían encontrarse varios expendios de carbón y pedacería de madera, sin que en estos menesteres faltaran las folclóricas pulquerías (la de la colonia se llamaba La judía) y piqueras en las que aún se conservaban restos de las sinfonolas cuarenteras. Desde luego que estos refinados y exclusivos lugares se encargaban de servir de oficina para el despacho de los negocios de los más célebres maestros de obra, medias cucharas, macuarrines y milusos que regenteaban la colonia. Sin pretender emular al gran Chava Flores, creemos que el lugar más extraño que podía encontrarse en el barrio en pleno arribo del sexenio en el que todos caminábamos como balas de cañón ¡arriba y adelante!, era el establo. Sí señor, un establo con todo y vacas aparecidas antes de la época del technicolor pues lucían majestuosas en blanco y negro.

Al iniciar la década de los 70’s, la mayoría de mexicanos se debatía ante la incertidumbre de los nuevos tiempos. Las profundas desigualdades económicas y sociales evidenciadas en la noche del 2 de octubre de 1968, se ceñían sobre el paisaje mexicano para llenarlo de sombras. La crisis del sistema era evidente.

En aquellos años nuestro México dejaba en el olvido las promesas de prosperidad del desarrollo estabilizador. Los muchachos de antes abandonaban la tranquilidad de los viejos e inocentes tiempos para ceder su lugar a los jóvenes rebeldes de la nueva ola que se estremecían con ritmos frenéticos, rocanroles y otras cosas loquísimas para ese entonces. De estas modas musicales, la pianista y connotada investigadora musical Yolanda Moreno Rivas, en su libro Historia de la Música Popular en México refiere: “El rock’n roll de Estados Unidos fue sobre todo una imagen social. Aunque se vio distorsionado por sus propias características comerciales, no dejó de simbolizar una mítica rebelión de la juventud en contra de sus valores establecidos… la juventud mexicana acogió el rock’n roll y pretendió asumirlo como propio, pero de él captó solo el comercialismo, dejando de lado el carácter de rebelión que se suponía implícito en la música e imagen de sus intérpretes originales”. Los hombres se debatían entre usar enormes copetes envaselinados o llevar un corte a navaja; las muchachas, más inteligentes por cierto, iniciaban su camino a la libertad instaladas en la ligereza y comodidad de las minifaldas que se habían impuesto como moda obligada.

El escritor recientemente desaparecido Germán Dehesa en su libro-espectáculo La música de los años platica entre muchas cosas: “Cuando tenía 20 años mi país ya no se hallaba. Habiendo perdido su pasado rural, hispánico y campesino, ahora estaba terco en parecer urbano, sajón e industrializado. Como en un sueño, me recuerdo hablando por teléfono a un programa que se llamaba "México canta y vive en sus canciones" para votar por Pedro Infante contra Jorge Negrete y para preguntar si me podían complacer con Cartas marcadas, del propio Pedro Infante. Ocho años después el programa había desaparecido y yo seguía hablando por teléfono, pero ahora a Radio 590, "La Pantera de la Juventud", para solicitar Eddy, Eddy o La Plaga o Agujetas color de rosa, cuya letra podría haber sido escrita por André Breton después de la lobotomía. Fueron Los Beatles quienes pudieron darme un diagnóstico preciso de mi situación histórica y espiritual; me había yo convertido en un Nowhere man”.


El mundo se ilusionaba con los viajes a la Luna y en las casas, los modernos televisores a color eran el centro de reunión… En fin, era una era en el que todos lucían formas psicodélicas bajo el embrujo hippiesco de un sueño de amor y paz.

En realidad, los que nacimos en esa generación, la de los sesentas, somos una generación afortunada. Tuvimos la fortuna de nacer justo en la mitad de ese doloroso camino de transformación que ha experimentado nuestra sociedad en los últimos 50 años. Por esta razón, a esa de-generación sandwich nos ha tocado pagar la factura que trajo consigo semejante revolución... Ah, pero eso sí, siempre acompañados del recuerdo de aquel tiempo que fue y que ya no regresará más pero que vive en un algo que se niega a morir y que habita en la música de los años maravillosos.


Que les parece si escuchamos algunos de los temas que fueron favoritos para la juventud de esos años en el formato discográfico que fijó sus sueños y esperanzas a 45 revoluciones por minuto.

Hagamos un rapidísimo recorrido sonoro por algunos programas, caricaturas, series y comerciales que se exhibieron en la televisión de aquellos años, a ustedes les toca ponerle imagen y por supuesto es solo un pretexto para recordar muchos programas más.

En 1973, justamente en la parte más alta en ese entonces de la FM nace Radio Universal, una de las emisoras que mejor se identifica con la música que en esta ocasión seleccionamos, por lo menos hasta mediados de los años 90’s fue nuestra gran compañera.

Te deseo amor, el trío irlandés Los Bachelors graba su versión en 1966 para esta inolvidable canción, obtuvo mucha popularidad en nuestro país.

Perdiendo la razón, composición de Teddy Randazzo y Weintein teniendo en 1964 su primera versión por Little Anthony y los Imperiales, Los Zombies hicieron toda una creación de este número en 1966.

Muriendo de tristeza, la siempre recordada grabación de Los Critters realizada en 1966.

Querida, en 1966 Los Asociados graban una de sus tonadas más recordadas.

Te veré en septiembre, en 1966 la popular agrupación Los Happenings grabó su versión para este número original de 1959 que inmediatamente los colocó en la cima de popularidad.

La lluvia , el parque y otras cosas, Los Cowsills en 1967 registraron su mayor éxito dentro de las listas del Hit Parade.

Cuando el amor toca a tu puerta, Los Monkees una popular agrupación musical que originalmente había nacido para la televisión, dentro de sus éxitos, éste de 1967.

Voltea y mírame, con esta grabación de 1968 Los Vogues se colocarían en el número 9 de las listas de popularidad, originalmente fue grabado por Glen Campbell en 1961.

Herido, Bill Deal and The Rondells grabaron este número que colocaron en el Top 40 de 1969.

No tienes que caminar bajo la lluvia, Las Tortugas fue un grupo musical con  muchos éxitos durante la segunda mitad de los 60’s, uno de ellos éste de 1969.

Fácil viene fácil se va, Bobby Shermann alcanzó el lugar número 9 de popularidad con esta grabación en el año de 1969.

Lo siento Susana, la mejor versión para este número fue sin duda la de Los Vasos y las Botellas realizada en 1970 ¿la recuerdan?

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