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En este lugar se encuentran reunidos nuevamente el tiempo, la música y nuestros recuerdos...Iniciemos este maravilloso viaje al ritmo de las canciones y melodías de la Música sin Final...Déjese llevar por el mágico sonido que envuelve milagrosamente, ese algo que creíamos olvidado, pero que sigue ahí escondido en algún lugar, sin límites...sin final...¿Quiere saber en dónde está ese lugar?...Habita en su recuerdo y está más allá de la música...¿Nos hace el honor de acompañarnos?...Gracias.

Sus amigos,

Ricardo y Alejandro Martínez Arreola

sábado, 8 de febrero de 2014

ARTURO NÚÑEZ…EL CABALLERO ANTILLANO



Al histórico municipio de Cárdenas, provincia de Matanzas, de la Cuba bella, le tocó recibir en su seno el 4 de octubre de 1913 a Arturo Francisco Núñez. Como todo buen cubano, de esencia rítmica y de  afecto irrestricto por la cumbancha, cristalizó sus  inquietudes musicales  al ingresar  cuando recién cumplía los 8 años al prestigiado Conservatorio Carnicer de La Habana, lugar en el que el afamado compositor de “Quiéreme mucho”  Gonzalo Roig estudió e impartió clases.

Combinaba la disciplina musical con su profunda pasión por el béisbol, deporte en el que hubiese querido triunfar. Mi abuela,  doña Felicia Núñez -doctora de profesión- le insistió en que estudiara medicina, cuando cursaba el  cuarto año de la carrera, tuvo lugar el golpe de Estado de 1933, cerraron la Universidad y decidió suspender sus estudios. Para su fortuna, en 1930 le otorgaron su título como profesor de solfeo, piano y armonía. Así, el camino de la música –su verdadera vocación- le ofrecía un nuevo horizonte.



Posteriormente, recibió  la oportunidad de trabajar como músico profesional en el Cine Violeta de La Habana. Desde entonces, continuaron los ofrecimientos para presentarse con su conjunto en distintos teatros y cuanta variedad solicitara sus servicios. Así, al arribar a la Isla después de un éxito arrollador por Sudamérica el ilusionista de origen británico Fu-Manchú lo contrata en exclusividad  en su compañía como director musical continuando con una gira  que los llevaría en 1940 a México. El Teatro Arbeu  fue el recinto donde realizaron sus primeras presentaciones. Durante esta década este peculiar mago protagonizaría  en nuestro país media docena de películas.

Mi padre, decide separarse de la compañía y quedarse en  México para incorporarse  como pianista de grandes orquestas como la de Absalón Pérez, Ismael Ruiz (padre de Mr. Harmony) o de Emilio B. Rosado, teniendo como vitrina diversos salones de baile y a la Catedral de la radio… la XEW.  

En 1942 decide formar su propia orquesta y no tardó en recibir el ofrecimiento de don Vicente Miranda para presentarse en el exclusivo centro nocturno “El Patio”. Era un grupo de ocho elementos integrado por Ignacio Soriano, Yeyo Tamayo, Arsenio Núñez, Genaro “El Che” Toledano, Alejandro Torres, Domingo “Mango” Vernier y como cantante Kiko Mendive, presentándose como La Orquesta Antillana. Tal fue su éxito durante más de año que mi padre solicitó un aumento de sueldo pero fue rechazado, don Pancho Aguirre dueño del “Río Rosa” se apresuró y los contrató ofreciéndoles un mejor salario en una relación laboral que se prolongó 3 años,  todo un récord para aquella época.



Durante esa década y la siguiente, sus grabaciones fonográficas  inundan el mercado de los interesados en la música afroantillana, los sellos discográficos Columbia, Peerless, RCA Victor y Musart atesoran lo mejor de su repertorio entre las que se cuentan: "Danzonson”, “La Palma”, “Sorrento”, “Linda Jarocha”, “María la O”, “La Sitierita”, “La Pastora”, “Lala”, “Silver Star” y de su inspiración “Nuestra cita” dedicada a mi madre, “Lo que tiene el Danzón”, “Mambo a la Núñez”, “Tengo para ti”, “Playa azul” entre muchas otras.




Los años cuarenta marcan también su deseo de crear raíces en México al contraer matrimonio con la compañera de toda su  vida,  mi madre, Luz María González y de que sus hijos nacieran en tierra azteca, culminando años más tarde cuando le fue otorgada oficialmente la nacionalidad mexicana. Alguna ocasión respondió a un periodista  de esta manera: “¡Cómo no voy a sentirme de aquí, si mi esposa y mis hijos son mexicanos. Si a México y al apoyo de mi público mexicano, que me adoptó como uno más de esta Bendita Tierra, le debo lo que soy, tal vez no sería nada si no me hubiera quedado aquí!”.


El estilo que le imprimió mi padre a su orquesta no tuvo parangón, era marcadamente suave, romántico y alegre. Cuenta el periodista Alfonso Juárez Ramírez: “En 1954, cuando Dámaso Pérez Prado “El Rey del Mambo” estaba en todo su apogeo y tocó un mano a mano con Arturo Núñez en el salón El Fénix,  Pérez  Prado sufrió un baño musical cuando el público, entusiasmado, sacó en hombros hasta la calle a Núñez, por lo que Pérez Prado enfurecido, no finalizó su turno y se retiró cabizbajo”.

La vida nocturna y musical del México de aquellos años lo entusiasmo sobremanera que decidió ser  propietario de dos salones de baile a partir de los años cincuenta: “El Swing Club” ubicado en la calle de Coahuila en la Colonia Roma del que cuenta Luis Ángel Silva “Melón”, llegaron a presentarse en los años cuarenta orquestas como la de Luis Arcaráz, Juan García Esquivel, Ismael Díaz, Everett Hogland y Larry Son entre otras, y el “Casino Antillano” en Artículo 123 número 48, en el Centro de la Ciudad de México.


Su orquesta estuvo siempre integrada por exquisitos músicos mexicanos y cubanos, por ejemplo: Memo Salamanca, Salomón Jiménez, Chilo Morán, Luis Mancera, José del Villar, Marcelino Montes, Rey Carmona, Inocente Díaz, cantantes como: Kiko Mendive, Vicentico Valdés, Lalo Montané y Benny Moré llamados primeramente el “Dueto Antillano” y posteriormente el “Dueto Fantasma” -cabe apuntar que la primera Orquesta con la que trabajó El Bárbaro del ritmo  en México fue la de mi padre-, Toño Montané, Francisco “Chico” Andrade, Antonio Jiménez, Tony Camargo, Ignacio Téllez, Luis Demetrio,  siendo tan larga la lista que, pido perdón por la omisión de tantos nombres que siempre estarán presentes en gran parte del éxito alcanzado por la Orquesta del Caballero Antillano.



¿Por qué sus compañeros músicos en opinión generalizada lo llamaron  de esta forma?  El músico cubano Silvestre Méndez comentó alguna vez en una entrevista: “Era muy correcto, disciplinado, bastante educado, muy gentil, para tratar a la gente, era una persona estupenda en el ambiente musical y en el ambiente social, en su manera de ser, en su forma”.  

Por su parte,  el periodista  José A. Contreras escribió: “Triunfador en su profesión, Núñez desde hace tiempo se distingue por su calidad humana. A los miembros de su orquesta y lo decimos en vía de ejemplificación para ver si alguien quiere imitarlo, les concede doce días de vacaciones  con el sueldo al corriente. Digno de Ripley y digno de Núñez. Y ahí queda para ejemplo la forma en que trata a sus muchachos… a sus elementos”.

Arturo Núñez, falleció el 27 de febrero de 1981, víctima de un paro respiratorio, en la Ciudad de México. Sus restos descansan junto con los de su amada “Lucha” en el Panteón Mausoleos del Ángel, edificio Arcángel Gabriel.

Físicamente no lo tenemos más con nosotros; pero su recuerdo, caballerosidad, don de gentes y sobre todo su música, siempre vivirá en la mente y en el corazón de sus amigos y seguidores.

Las nuevas generaciones que gustan de la música afroantillana, sentirán no haber tenido la oportunidad de conocer y tratar al Caballero Antillano, como nosotros sus admiradores de siempre.




“La Orquesta Antillana de Arturo Núñez”, actualmente se encuentra trabajando en la Ciudad de México, bajo la dirección musical del maestro Eduardo Rangel Méndez, contando con la participación de quien esto escribe -en exclusividad para Música sin Final-, Arturo Núñez González en el ámbito de las relaciones públicas y contrataciones.

Cel. 0445541392730        turok.orchesta@gmail.com

Los siguientes números musicales son grabaciones de la Orquesta  de Arturo Núñez, excepto el primer número.

Nuestra cita, bolero romántico compuesto por mi padre y como destinataria mi madre. Escuchemos la  versión del siempre recordado  Kiko Mendive con el acompañamiento de Silvestre Méndez y su Conjunto.


Silver Star,  composición del cubano Enrique Jorrín a ritmo de danzón.


Lala,  danzón compuesto por Everardo Ordaz.


La sitierita, bolero compuesto por Rafael Ortiz. Canta Lalo Montané, voz segunda y coros Chico Andrade y Toño Montané.


Tengo para ti, de la inspiración de mi padre. Canta el dueto Antillano (Benny Moré y Lalo Montané).


Lo que tiene el danzón, composición de mi padre. Cantan Lalo Montané, Toño Jiménez y Chico Andrade.


Yo sabía que un día, composición de Antonio Sánchez. Cantan Toño Jiménez y Chico Andrade.


Danzonson,  composición de Alcibiades Agüero.


La Palma, composición de Domingo Vernier.


Sorrento,  composición de Domingo Vernier.


Indecisión, bolero romántico en el que podemos escuchar cantar a su compositor Luis Demetrio.


Cha cha cha en Manhattan,  composición y arreglo de Memo Salamanca.