Hace muchos años, un joven al que la vida, la caprichosa vida le había robado su niñez, se postró frente a la playa para mirar cómo se perdía el sol entre las aguas del mar. La brisa mojaba sus cabellos rizados... El rocío de aquella tarde se convirtió en llanto... Tenía que despedirse del mar y de sus cosas, de su gente.
El cielo se vistió de añil con leves matices rosas, grises y amarillentos. Aquella estampa era preciosa a los ojos de aquel joven que, temeroso y sin saber qué hacer, sujetó fuertemente su guitarra intentando en vano aferrarse a la tierra que lo vio nacer.
Soplaba un viento templado del este que arremolinaba las olas. El pequeño trovador jugaba con la blanca espuma mientras secaba sus lágrimas. Las gaviotas formaban bandadas sobrevolando el paisaje, en las alturas, salpicando de blanco el inmenso y profundo horizonte azul de Poza Rica. Una voz misteriosa venida de las alturas se filtraba hasta los oídos de Jerónimo para llevarlo lejos de aquel lugar. Por momentos se imaginaba en la capital, sí ese monstruo de asfalto que en los años cincuenta empezaba a llenarse toda de gente y de problemas; o tal vez pensaba que estaría en algún lugar diferente, sin gente, sin ruidos y sin tiempo para perder o ser malgastado en prisas y en las cosas tan profanas de los nuevos tiempos.
Jerónimo tenía que despedirse. Recorrió aquella línea móvil y sinuosa que formaban las olas...Y así, avanzó lentamente por aquel sendero que cambiaba despiadadamente. ¿Alguien sabrá qué pensaba el joven en aquel instante?...¿Quién sabe? Seguramente la sensación de pisar descalzo sobre la arena mojada es indescriptible para alguien que sabe que esa es quizá la última vez que lo hará. Es algo casi mágico. Una mezcla de sensaciones increíble sacudía la humanidad entera del joven trovador: sus manos estaban frías y el miedo se apoderó de su cuerpo frágil y delicado.
Entonces ocurrió un milagro. Jerónimo levantó la cara al cielo y liberó sus manos para tocar la guitarra... La sintió tibia, encantadora y hermosa como el alma de una mujer. Desde niño esa guitarra lo había conquistado. Fue su amante fiel y su compañera ideal cuando dejaba abandonarse en sus temores en la noche cerrada o cuando andaba de fiesta y todo en él y en las cosas de la vida era alegría.
En aquel encuentro con su destino, Jerónimo comprendió al fin que no le hacía falta nada para ser feliz y que nunca más volvería a sentirse solo. La tarde gris cubierta de estrellas y el viento del mar le regalaron la dicha de conocer su destino: una vida bohemia.
Su formación musical es marcadamente lírica, sus conocimientos musicales los asimilaba en todo tipo de lugares en que tenía que enfrentar esa lucha diaria por hacerse de un nombre dentro de un gremio tan exigente pero a su vez tan noble y solidario como el de los trovadores. Sí, el de los cancioneros que unen sus voces al compás de una guitarra para convertir en canción los caprichos de la vida.
Su paso por diversos tríos es extenso y muy enriquecedor en todos los sentidos posibles. El virtuosismo con el que tocaba el requinto quedó registrado en las innumerables grabaciones y presentaciones que realizó a lo largo de toda su trayectoria. Los frutos de su constancia y profesionalismo lo llevaron a conocer junto con sus compañeros de trabajo -o como él les decía mis hermanos - diversos lugares de Estados Unidos, Centro y Sudamérica, España o Japón, destinos que le dieron tantas satisfacciones y que atesoraba en incontables anécdotas musicales.
En los distintos homenajes que el gremio le brindó en vida, pudimos darnos nos cuenta del respeto y estima que le guardaban sus compañeros. Y cuando se daba la oportunidad de que nos presentara con sus amistades solía decir con mucho cariño-mira te presento a mis sobrinos ¡son mi sangre chico! - y eso lo atesoraremos siempre porque son los cimientos con lo que se construye la solidez de una familia.
Jerónimo decía que él era muy joven pero que había nacido hace muchos años. Para él, vivir consistía en saberse instalado en el juego permanente con la vida y eso es la bohemia. Una vida sin lados obscuros pero llena de caprichos que jamás llegan a significar calamidades dolorosas de las que pudiera arrepentirse luego. Y es que quizá la vida sea eso: pasar por sus inmundicias sin dejar de sonreír ni de perder jamás la esperanza.
El tiempo le reclamó su presencia en otro tiempo. En su funeral se dieron cita tantos y tan queridos amigos y familiares que con la sinceridad de su presencia y de su canto le ofrecían sin lugar a dudas la mejor de las despedidas. Y es que esta despedida no fue como aquella que tuvo de adolescente con el mar allá en Poza Rica. El recuerdo del magnífico padre y mejor esposo estará siempre vivo para su esposa, hijos y nietos.
Ahora está instalado allá, en la otra orilla. Un ligero aroma a incienso o a esencia de rosas inundaría su estancia. La luz debe ser tenue para iluminar apenas los cientos de fotos que dibujan sus recuerdos y que cuelgan de las paredes... Ahí podrá ver a sus amigos, a su familia, a su gente... A todos invita a pasar y les convida una bocanada de aire fresco que entra por la ventana. Entonces, como antes, como siempre, toma entre sus manos una guitarra y nos regala una canción mientras murmura lentamente a nuestro oído... He sabido que te amaba cuando he visto que tardabas en llegar...
Este espacio considérenlo un modesto homenaje que nuestra familia le brinda a los más de cincuenta años que Jerónimo Merinos Obando le entregó a sus pasiones: la música y la vida bohemia.
Descanse en paz,
Abril 20, 2010.
Estas son algunas de las grabaciones en las que Jerónimo Merinos Obando "El Jarocho" (como se le conocía en el medio) participó en diferentes épocas.
He sabido que te amaba y No estás sola mi amor, del álbum LP grabado por el trío Los Galantes a mediados de los años 60's para el sello Dimsa. Participaron Ovidio Hernández (primera voz) Jerónimo Merinos (requinto y tercera voz)y Graciano García (segunda voz).
Caminemos y Nuestro amor, del álbum LP Lo Mejor de los Panchos grabaciones por el trío México para el sello Son-Art. Participaron Rafael Malvido (primera voz) Jerónimo Merinos (requinto y tercera voz), Ignacio Ferniza(segunda voz).
Te vi partir, Ya no te extraño y Sin lugar a dudas, del álbum 35 aniversario de los Tres Ases para el sello RCA Victor. Participaron Héctor González (fundador y segunda voz), Jerónimo Merinos (requinto y tercera voz), Roberto Lozano (primera voz), Víctor Ruiz Pasos "Vitillo" (bajo acústico, Julio Vera (bongoes), Armando Hidalgo "Rango" (tumbas).
Vivir sin ti, del CD Los Tres Ases 1951-1996 marca BMG. Participaron Héctor González (fundador y segunda voz), Jerónimo Merinos (requinto y tercera voz),Alberto Ortiz (primera voz).
Déjame y Delirio del CD Los Tres Ases grabado en directo 2002. Participaron Héctor González (fundador y segunda voz), Jerónimo Merinos (requinto y tercera voz) y José Antonio Bedolla (primera voz).
Imágenes, canción interpretada durante el programa matutino Día a día de la emisora XEQ 940 en noviembre de 2004. Participaron Jerónimo Merinos (requinto y tercera voz), José Antonio Bedolla (primera voz) y Francisco Nuñez Peña (segunda voz).
Estos videos son de una reunión familiar celebrada en noviembre de 2008.
Presentaciones de Los Tres Ases en distintos programas televisivos.