El legendario trovador mexicano Miguel Medina Flores, nació en la ciudad de Monterrey un 17 de mayo 1926. En compañía de sus 12 hermanos, le gustaba caminar por las tranquilas calles de la regia ciudad de las montañas o bañarse en los veneros de las aguas termales de Topo Chico. Muchas veces, mientras entonaba alguna canción, el pequeño Miguel imaginaba que su voz podía conquistar la cima del Cerro de la Silla.
Monterrey inició en la década de 1930 un vertiginoso proceso de transformación industrial. La aparición de fábricas atrajo a familias trabajadoras, provenientes de ciudades vecinas de Nuevo León y después de otras entidades como San Luis Potosí y Coahuila. El ambiente urbano que prevalecía en la época, propició el desarrollo de la vida nocturna y el establecimiento de múltiples centros de diversión. En 1939 Miguel Medina Flores se integró a un conjunto tropical llamado El Son Maní, cuyo cantante era el bolerista Enrique García, popularmente conocido como el KING.
En 1940 Miguel
formó parte del elenco del Circo Veas
Modelo con un nuevo trío llamado Los
Compadres junto a Alfonso Estrada y
Piedad Altamirano, con quienes realizó una exitosa gira por el norte de la
República mexicana.
Al concluir su
participación en el Circo, Miguel decidió probar suerte en el Distrito Federal.
De esta manera, en los primeros años de la década de 1940, formó parte de diferentes
agrupaciones y trabajó destacadamente en varios centros nocturnos como La Lechuza (se ubicaba en las calles de Bolívar
y Juan A. Mateos) y El Zombie (que
presentaba como estelar al cantante cubano Yeyo). En esta época se destaca su
participación con Los Camperos, organización
que dirigía el compositor Severiano Briseño y en la que compartió créditos con
los hermanos Antonio y Roberto Cantoral y Chucho Gutiérrez.
En 1945, el
versátil Miguel reagrupó al trío Los
Compadres. En esta ocasión, además de contar con su inseparable compañero Alfonso
Estrada, incluyó al popular “Chinaco” Arreguín, fundador de Los Camperos. Por cierto, el trío de Los Compadres acompañó durante cinco
años a Pedro Infante en diversas giras que realizó por Estados Unidos, Cuba y
Centroamérica.
La Época de
Oro de los Tríos en México no podría contarse sin Miguel Medina Flores y El Trío Avileño. Su leyenda se forjó
allá por 1951, cuando Los Compadres
viajaron a Mérida, Yuc., para participar en la inauguración de una
radiodifusora local. Al terminar el evento, el dueño de la estación los invitó
a cenar y gracias a la causalidad, mientras deparaban en la mesa de un
restaurante, Miguel conoció al cantante cubano Fernando Estenoz, integrante en
aquel entonces del Trío Martino.
Los Compadres regresaron a la capital
azteca para continuar sus presentaciones en el centro nocturno Tullerías. Una noche, al terminar su actuación, Fernando
Estenoz visitó a Miguel para comentarle que sus compañeros de trío habían decidido
regresar a Cuba y que él trabajaba con
un grupo tropical.
El locutor Jaime
Manrique les propuso organizar un nuevo
trío. Miguel invitó a su hermano Antonio Medina (ex integrante de Los Romanceros) y así, a sugerencia de Fernando Estenoz, oriundo de
Ciego de Ávila, surgió El Trío Avileño.
Las primeras
grabaciones del Trío Avileño se dan a la par de sus recordadas participaciones
en la XEQ. Aquellos registros sonoros quedaron registrados en el sello
COLUMBIA. Su primer disco (grabado a finales de 1951) incluyó los temas Billetera de Luis Marquetti y Esto sí que está gracioso del cubano
Antonio Fernández. Al año siguiente grabaron para Discos MUSART la canción Tu recuerdo
y yo de José Alfredo Jiménez y el bolero Yo no sé que siento aquí del compositor yucateco Luis Demetrio.
(Para este sello grabaron Que le quiten
el tapón, Nuestra separación, Qué cosa tú tienes, Pequeñeces, Dolor de muelas
y la primera versión de Adiós Lucrecia
en cuya grabación interviene la Marimba Nandayapa).
Posteriormente,
ya como artistas exclusivos de Discos Columbia, registraron sus principales éxitos,
de corte divertido y tropical: La
engañadora, Yo no como pollo, Cha cha chá Chabela, Señor Juez y muchas más. La popularidad
del Trío Avileño a mediados de la
década de 1950 es indiscutible: además de realizar 17 programas de radio en una
semana, recibieron en 1954 el premio Grand Prix otorgado por la Academia Charles
Gross de Francia y un reconocimiento
especial de la XEW por haber logrado participar en La voz de la América Latina desde México de manera destacada.
En 1954, en la
línea festiva y jocosa de sus interpretaciones, grabaron una guaracha en honor
al pelotero veracruzano Beto Ávila, figura indiscutible del béisbol de las Grandes
Ligas. En este año, gracias al éxito de su versión a Me lo dijo Adela, El Trío Avileño obtuvo el Disco de Oro
(entre 1951 y 1960 realizaron aproximadamente 380 grabaciones, todo un suceso
en la historia musical del género).
Ya como
solista, Miguel Medina grabó un disco LP para el sello Cisne. En este material
de colección, incluyó boleros, guarachas y montunos tales como Una aventura, Tú no mereces perdón, Pobre
Adán, Preciosa, así como dos
composiciones de su inspiración: Baila
Miguel y El Rey ha muerto (dedicada
a Benny Moré).
En el ocaso de
1963 formó con sus hermanos Oscar y Antonio el Trío Los Medina, quienes acompañados por el Conjunto de Chucho
Rodríguez, permanecieron por espacio de dos años en el elenco estelar de Discos
Dimsa.
En la segunda
mitad de la década de 1960, Miguel Medina Flores participó en diversas
agrupaciones musicales, entre las que se destacan Los Chinacos y Los Medina
(ya como cuarteto, gracias a la incorporación de su hermano Enrique).
Pocos conocen
la otra faceta de Miguel Medina que es la de compositor. Entre sus creaciones
musicales destacan Dos lagrimas brotaron
que alcanzó popularidad en la voz de Álvaro Zermeño; Haz lo que quieras, grabada por el cantante Rubén Reyes; Martha Alicia, llevada al acetato por El Trío
Avileño y que dedicó a su hija; y Linda Guajira, grabada por el Conjunto
Batachá, Tony Camargo y Pepe Arévalo.
Quizá su
canción más conocida es Baila Miguel,
que alcanzó la cima de la popularidad con Tony Camargo en 1956 y que también
grabaron Arturo Núñez, La Sonora
Maracaibo y Emilio Domínguez.
A partir de
1973, después de la desintegración de Los
Medina, Miguel siguió su carrera
como solista, pasando por algunas etapas muy efímeras con tríos y duetos, como
el Trío Cantarrecio (Moisés Esteves y
José Luis Corona).
Los años han pasado. Las ciudades que recorrió el trovador acompañado de sus amigos y sus canciones también han cambiado. Ahora, la inspiración se viste de recuerdos... El generoso Miguel, como en los viejos tiempos, cada miércoles ameniza la charla y el café al lado de sus amigos... Sus amenas historias sobre la vida cotidiana y artística del viejo México, son el pretexto perfecto para no olvidar aquel tiempo de trova y de bohemia...
La tarde se aleja y el espacio -después de escuchar a nuestro amigo Miguel Medina Flores-, se impregna con el aroma de la añoranza. El trovador se aleja pero nos comparte su recuerdo... Su ayer.
Luis
Jaime Chapa Elizondo
Les ofrecemos
las siguientes grabaciones deseando con toda sinceridad que las disfruten.
Billetera, primera grabación del
Trío Avileño a finales de 1951 para la marca Columbia, composición de Luis
Marquetti.
Porfiado corazón, de Luis Marquetti esta grabación de 1952.
Yo no como pollo, composición de Otilio Portal grabada en 1952.
Casilda, composición de Oswaldo Farres
esta grabación de 1952.
Tú recuerdo y yo, compuesta por
José Alfredo Jiménez, primera grabación
del Trío Avileño en 1953 para el sello Musart.
Pequeñeces, composición de Bobby Capó
grabada en 1953.
Nocturnando, grabada en 1955 esta
composición de Pablo Cairo.
Un amor que no fue amor, grabada en 1957 esta composición de Odilia
Moreno.
Qué cosas tienes tú, grabación de
1959.
El rey ha muerto, en voz de su autor Miguel Medina esta grabación de 1963 dedicada a Beny Moré.
La miel de la luna, grabación de 1963 en voz de nuestro
homenajeado.
Baila Miguel mí son, en voz del propio autor Miguel Medina
en 1963.
El reloj de pastora, de Arsenio Rodríguez esta grabación del Cuarteto
Los Medina a mediados de los 60’s.
El manisero, eterna composición de Moisés Simmons, grabación del Cuarteto
Los Medina a mediados de los 60’s.