BIENVENIDOS


En este lugar se encuentran reunidos nuevamente el tiempo, la música y nuestros recuerdos...Iniciemos este maravilloso viaje al ritmo de las canciones y melodías de la Música sin Final...Déjese llevar por el mágico sonido que envuelve milagrosamente, ese algo que creíamos olvidado, pero que sigue ahí escondido en algún lugar, sin límites...sin final...¿Quiere saber en dónde está ese lugar?...Habita en su recuerdo y está más allá de la música...¿Nos hace el honor de acompañarnos?...Gracias.

Sus amigos,

Ricardo y Alejandro Martínez Arreola

martes, 2 de julio de 2013

TROPICALERÍAS… LOS RITMOS BAILABLES QUE HICIERON ÉPOCA





El popular y legendario danzón es de origen cubano. En sus primeros años, al finalizar el siglo XIX se convirtió en una manifestación popular propia de negros mulatos y mestizos. Sin embargo, poco a poco fue ganando adeptos entre criollos y clases pudientes en toda la isla.

Al principiar el  siglo XX, el danzón modificó su primitiva estructura para incorporar del son la sabrosura “montuna”, proporcionándole más agilidad y sensualidad a lo largo de la pieza. Este modelo le ha permitido sobrevivir hasta nuestros días como auténtico rey en los salones de baile y plazas populares en México y Centroamérica.

Si tuviéramos que pintar con algún color al danzón para darle identidad, éste sería el color negro. La riqueza en ritmos y cadencias de las orquestas cubanas no se podrán entender sin la presencia del elemento negro en sus sonidos: las percusiones, las maracas, las claves, sonajas, campanas, triángulos… En fin, la combinación afrocubana no es solamente cuestión de percusión, sino que está presente en todas sus notas y excitantes figuras musicales.








Al hablar de danzones en nuestro país tenemos que remontarnos al año de 1920 pues se fundó el célebre Salón México (aunque existen grabaciones de esta forma musical durante la segunda mitad de la década de 1900). Los nombres de sus salas (La Mantequilla, La Manteca y El Sebo) propios de su origen popular, fueron testigos silenciosos del desfile de las danzoneras más prestigiadas del momento: Danzonera de Dimas y Prieto, Danzonera de Tiburcio “El Babuco” Hernández y la Danzonera de Consejo Valiente “Acerina”. Un dato digno de ser destacado en esta época lo consigna Jesús Flores y Escalante en su libro Salón México sobre el cabaret El Nereidas ubicado en las calles de Guerrero y Luna. “Este cabaret motivó la creación del famosísimo danzón Nereidas en 1932. Su dueño el señor Daniel Sidney pidió en este año al músico oaxaqueño Amador Pérez "Dimas" Torres, creara un distintivo musical para el lugar. El resultado fue EL DANZÓN DE DANZONES: NEREIDAS. Este sitio originalmente estuvo decorado con sirenas y motivos marítimos que después pasaron a los cabarets El Gusano y El Caracol".

A partir de 1932, las orquestas tropicales lograron consolidarse entre el bailador pueblo mexicano. Agustín Lara, formó el Son de Marabú y preparó el terreno para que, años más tarde, proveniente de la isla de Cuba, llegara a México para quedarse la legendaria Sonora Matancera, compañera ideal para las voces de Cascarita, Moscovita, Celia Cruz, Celio González, Albertico Beltrán, Bienvenido Granda, Leo Marini, Daniel Santos y Nelson Pinedo.


En los años cuarenta, El Waikiki, antiguo y prestigiado club nocturno, fue el escenario ideal para las actuaciones apoteósicas del Son Clave de Oro y su cantante Moscovita. Tampoco podemos dejar de mencionar las grabaciones discográficas que el tiempo ha convertido en clásicos de la música tropical a cargo de Mariano Mercerón, Lobo y Melón y  la orquesta cubana Casino de la Playa.


El inolvidable Cara de foca, Dámaso Pérez Prado dio a conocer en el lejano 1948 un ritmo tropical que causaría revuelo entre los jóvenes de aquel entonces: el mambo.

Pérez Prado fue primerísima figura del espectáculo en México, Estados Unidos y buena parte de Latinoamérica. Su capacidad y talento artístico, le permitieron visualizar un ritmo auténtico y original, basado en la fusión de la combinación sonora de las grandes bandas norteamericanas y la utilización con tintes modernistas de las cadencias y armonías propias del trópico.

En nuestros días, los mambos que Pérez Prado grabó para la RCA Victor, mantienen la frescura,  calidad técnica y originalidad… Patricia, Mambo en sax, El ruletero, La chula linda y el Mambo no. 8, son sólo algunos ejemplos de esta apreciación.

Cuando llegaban a su fin los inolvidables años cincuenta, la supremacía del mambo había terminado pero su influencia aún se dejaba sentir en las composiciones a ritmo de guaracha-mambo, bolero-mambo o bien, danzones-mambo. Con el fin de emular en lo musical y económico a Pérez Prado, varios compositores se dieron a la tarea de crear el nuevo ritmo capaz de competir con la cumbia y el rock and roll. Así surgió el Cha cha chá que trajeron a nuestro festivo pueblo los cubanos Enrique Jorrín y Nipón Mondéjar.



En toda reunión de baile, la gente que pinta canas se levanta de sus asientos con la emoción y frescura de antaño para lucir sus mejores pasos al compás de El bodeguero, Los marcianos y Las clases del cha cha chá. O bien, tan solo se dejan  seducir por la inigualable voz de El Bárbaro del RitmoBenny Moré.

Muchos otros inventos tropicales probados en diferentes épocas, no lograron identificarse con el gusto popular y pasaron a la historia con más pena que gloria como el merecumbé, el watusi, el yumpi, el charanga pachanga, el barambao, el zemboleo y el chivirico.



Los sesentas habían significado un período de crisis para la canción tradicional mexicana pero también, corresponden a la época en que la creación de la música tropical tocaba por vez primera fondo. Sin embargo, en un intento por rescatar la tradición del baile y las cadencias tropicales, surgieron nuevas orquestas que pronto lograron afianzarse en el gusto popular de la juventud cada vez más influenciada por ritmos estridentes provenientes de los Estados Unidos: La Sonora Santanera, La Sonora Veracruz, El Acapulco Tropical y Mike Laure y sus Cometas, son ejemplos dignos de esta modalidad.


El golpe final a la creación de música de baile con ritmo tropical de calidad lo dieron un grupo de jóvenes que intentaron crear un género nuevo, híbrido y raro,  porque parecía tropical pero intentaba ser balada y que en nuestros días ha vuelto a cobrar vigencia: la llamada onda grupera. La indecisión entre ser semi-rocanroleros o cuasi-rumberos es una de sus características. A pesar de eso, las agrupaciones de aquella primera época de la onda grupera tienen una ventaja sobre los gruperos del siglo XXI, los cuales siendo productos híbridos con fines netamente mercantilistas, se pierden en el limbo que produce la inusitada mezcla de ritmos que van desde el rock, lo tropical, la balada y el pop, ranchero, norteño, banda sinaloense y todo, absolutamente todo lo que usted quiera agregar.   


Esperamos disfruten de la siguiente selección musical, es imposible cubrir en este espacio todas las manifestaciones o intérpretes que caben dentro de la llamada música tropical, pero es un  pretexto para escuchar algo de la vieja guardia. 


Nereidas, una de las primeras versiones en disco de este inmortal danzón corrió a cargo de  Juan Concha y su Danzonera en 1936.



En Veracruz, la inolvidable  Ana María Fernández “La cancionera del estilo único”  interpreta esta composición de los Hnos. Martínez Gil en 1941 acompañada por la Lira de San Cristóbal.



Cascarita de Limón, en 1948 el famosísimo  Son Clave de Oro  que tenía a tres portentos de cantantes: Moscovita, Chepilla y Cascarita,  se escuchaban  día y noche con esta composición de  Pepe Delgado.



Piel canela,  de su propia autoría Bobby Capó nos ofrece este número que pegó con tubo en 1952, tal fue su éxito que al año siguiente le dio nombre a una película.



Silencio, el conjunto Los Cariñosos llevaron al disco en la primera mitad de los cincuenta su agradable versión para este número de la inspiración de “El jibarito”  Rafael Hernández.



Y hoy como ayer, composición de Pedro Vega, Benny Moré y su Banda Gigante nos ofrecen este registro discográfico de 1955.



De noche, de las grabaciones de mediados de los años cincuenta Tito Rodríguez nos deleita con este bolero-cha cha chá.



Mambo en sax, uno de los mejores números grabados por Pérez Prado y que a su vez le dio nombre a uno de sus discos de larga duración  para RCA Victor en 1957.



La Margarita, uno de los danzones de mayor popularidad en la década de los cincuenta fue este número de Mariano Mercerón y sus Muchachos Pimienta.



Congoja,  Margarita Romero fue una  de las voces que triunfaron en el elenco de XEB durante los años 30 y 40,  posteriormente  XEW tuvo entre sus filas a tan magnífica cantante. En RCA Victor grabó un disco con canciones de  Rafael Hernández  y arreglos de Rafael de Paz.



Cosas del alma,  esta composición del cubano Pepe Delgado cobró nuevos matices en la formidable versión para el sello Victor de Lobo y Melón grabada en 1960.




Brigitte, la formidable orquesta de Chuck Anderson se anotaba su mayor éxito de ventas con esta pegajosa tonada de 1960.