BIENVENIDOS


En este lugar se encuentran reunidos nuevamente el tiempo, la música y nuestros recuerdos...Iniciemos este maravilloso viaje al ritmo de las canciones y melodías de la Música sin Final...Déjese llevar por el mágico sonido que envuelve milagrosamente, ese algo que creíamos olvidado, pero que sigue ahí escondido en algún lugar, sin límites...sin final...¿Quiere saber en dónde está ese lugar?...Habita en su recuerdo y está más allá de la música...¿Nos hace el honor de acompañarnos?...Gracias.

Sus amigos,

Ricardo y Alejandro Martínez Arreola

martes, 6 de septiembre de 2011

THOSE WERE THE DAYS...


Nos complace enormemente compartir con ustedes las siguientes colaboraciones de entrañables amigos en aras de enriquecer la existencia de este espacio.

Mi deseo es que las líneas iniciales de mi participación en este fantástico lugar en donde podemos trasladarnos más allá de la música, sean de un profundo agradecimiento a una persona más o menos recién conocida y de manera bastante circunstancial pero que ya considero entre mis amigos: Alejandro Martínez Arreola, por abrirme las puertas para poder expresar algunas de mis ideas sobre estos temas apasionantes. El objetivo de mis escritos está relativamente explicado con el título elegido those were the days. Esto es, intentaré que en cada ocasión en que tenga la oportunidad de plasmar mis reflexiones, nos podamos remontar a aquellos días. Lo cual es posible con la ayuda no de una varita mágica sino con ese elemento infalible que es la música. Sabemos muy bien que con una canción o alguna melodía podemos viajar en el tiempo y en el espacio. Situarnos en un lugar en donde amamos o sufrimos, volver a ver a una persona con la que ya no tenemos contacto, reunirnos con los amigos de nuestra juventud, …

Esos fueron los días. Con estas palabras iniciamos nuestra remembranza. Es muy frecuente, además de esta frase, (que por cierto es el título de varias canciones, una de ellas muy famosa en las voces de Mary Hopkin y de Sandie Shaw, entre otras), existe otro refrán con casi la misma idea: todo tiempo pasado fue mejor; pensamiento con el que no estoy totalmente de acuerdo, aunque en mi interior siento que lo que yo viví durante los fabulosos años sesenta fue irrepetible e incomparable. Pienso que mucho de lo que da origen a esta idea es que la época dorada de nuestra juventud la ligamos con todo lo que nos hace recordarla. Por ello, la música de nuestra época estamos seguros que era mejor que la de otro tiempo, por supuesto porque ya no sólo es la música sino que viene acompañada de manera indisoluble con la añoranza de esos días. Mas si le preguntáramos a alguien que disfrutó su primer amor, o la compañía de sus adolescentes amigos durante los noventa, sin dudarlo opinaría que la mejor música fue la de esa década.



Para empezar con las remembranzas vale la pena que profundicemos un poco más con la canción a la que me referí. Su origen es ruso pero por allá por 1966 ó 1967 surge casi simultáneamente con letra inglesa en las voces de una joven que la esbelta modelo británica Twiggy recomienda a Paul McCartney, llamada Mary Hopkin, y la conocida en esa época como “la princesita descalza” Sandie Shaw, también inglesa.

Paul McCartney , todavía integrante de los Beatles, crea su propia empresa promotora de nuevos talentos, aprovechando la enorme fama que en esos días tenían los cuatro fabulosos de Liverpool convertidos en reyes Midas. Esto hace que Mary Hopkin y su versión de Those were the days fuera conocida en todos los rincones del mundo.


La canción era extraordinaria, con una letra nostálgica y un ritmo que parecía venir de una tribu gitana, conservando sus orígenes rusos. Por ello, otra joven y bella celebridad Sandie Shaw, la graba y compite con su compatriota Hopkin en el gusto del público. A decir verdad, a mí en lo personal me parece mejor la de Sandie. Esta talentosa interprete, además de su talento como cantante, se dio a conocer porque siempre actuaba descalza. De allí el apelativo de la princesita descalza. La carencia de calzado y lo corto de sus faldas hacía lucir sus hermosas piernas. Ella había surgido del Festival Eurovision con la canción Puppet on string.


En México también fueron grabadas varias versiones de esta canción, destacando la de los Rockin Devils y la voz de su vocalista femenina Blanquita Estrada. Este grupo célebre en la llamada época del go-go era procedente de Tijuana y llegó a ocupar un lugar preponderante en el gusto del público, sobre todo apoyado en un programa de televisión que los jóvenes no dejábamos de ver los viernes en la noche, me refiero a Premier Orfeón A Go-Go. También entre las diversas versiones de esa canción, una muy escuchada fue la de Ray Conniff y su orquesta.



Cabe la pregunta, ¿cómo era México y el mundo mismo en esos días? Seguramente muchos de los amables lectores no dejaran de sorprenderse, sonreír y dudar de que pudiéramos sobrevivir en un mundo tan diferente. La televisión aún era en blanco y negro, para cambiar de canal o subir el volumen nos teníamos que levantar pues no existía el control remoto. En el Distrito Federal sólo teníamos opción por cuatro canales: el dos, el cuatro, el cinco y el once. Aún recuerdo la expectación y el gusto que nos produjo el poder ver, con una señal bastante deficiente, el gol que le marcó Enrique Borja a Francia en el mundial de 1966. No podíamos creer que lo disfrutáramos en el “mismo momento” que estaba pasando en Inglaterra.





Esos fueros esos días ya tan lejanos. Los recuerdos se agolpan renacen en la memoria los sesentas. Ya continuaremos recordando otros días con la ayuda infalible de la música.

Érik Castañeda De Isla Puga.


*Para conocer más del autor pueden consultar la siguiente página de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.


Los invitamos a escuchar algunas versiones que van desde la primera en 1926 a las que la juventud consagró como sus favoritas cuatro décadas después y que se escucharon en la mayoría de las estaciones de radio de nuestro país.

Dorogoi dlinnoyu, en 1926 se fija en el surco del disco la primera versión de tan significativo tema en voz del cantante ruso Alexander Vertinsky. Música de Boris Fomin y lírica de Konstantin Podrevsky.


Those were the days, en la versión de Mary Hopkin.


Esos fueron los días, los Rockin Devils nos entregan la versión en español más popular para este número.


Le temps des fleurs, la versión en francés corrió a cargo de la triunfadora Dalida.


Quelli erano giorni, a la siempre recordada Gigliola Cinquetti le correspondió el éxito en el idioma italiano.


Those were the days, no hubo éxito para el que Ray Coniff no hiciera su versión.


Those were the days, disfrutemos de la interpretación de Sandie Shaw.


Those were the days, presentado en la radio como el moderno juglar de la corte inglesa Engelbert Humperdinck cierra el desfile de versiones.



Algunos, quizá muy pocos, tal vez ninguno, recuerdan el programa radiofónico “Club Familiar” a través de las siglas XEX conducido por Daniel Pérez Arcaraz y Pedro Ferriz a finales de los años 40’s, pero seguramente todos conocen su formato en televisión bajo el nombre de “Club del Hogar” proyectado por el Canal 4 desde un estudio ubicado en el edificio de la Lotería Nacional a comienzos de los años cincuenta. Cuando se incorpora a principios de esa década Francisco Fuentes “Madaleno” el éxito acompañó por muchísimos años a tan recordada emisión televisiva.

Los dejamos con la colaboración de dos apasionados de la radio, Sergio al que pueden seguir en su Checoblog y Alfredo (Radióvoro) al que pueden visitar en su canal de youtube y escucharlo en su programa “Salón de la Fama” a través de Radio Vibraciones del Rock que dirige Humberto Cantú.

Nombre: El Túnel del Tiempo, Episodio 1 "Club del Hogar".
Guión, Controles y Audio: Sergio Darren (Checoblog).
Narración: Alfredo Colbert (Radióvoro).
Una producción para: Música Sin Final.