BIENVENIDOS


En este lugar se encuentran reunidos nuevamente el tiempo, la música y nuestros recuerdos...Iniciemos este maravilloso viaje al ritmo de las canciones y melodías de la Música sin Final...Déjese llevar por el mágico sonido que envuelve milagrosamente, ese algo que creíamos olvidado, pero que sigue ahí escondido en algún lugar, sin límites...sin final...¿Quiere saber en dónde está ese lugar?...Habita en su recuerdo y está más allá de la música...¿Nos hace el honor de acompañarnos?...Gracias.

Sus amigos,

Ricardo y Alejandro Martínez Arreola

viernes, 21 de diciembre de 2012

POR LOS CAMINOS DEL AIRE...




Por los caminos del aire…
Miscelánea de los primeros años de la Radio en México
Primera Parte

  
 “Aunque la radio sea rapidez que en su locura me abisme, jamás podrá superar la velocidad del chisme”.

Humberto G. Tamayo


A diferencia de nuestros hijos y sobrinos adolescentes, nosotros podemos considerar que pertenecemos a una generación que todavía escuchó  radio en familia. Darle vuelta a la perilla –en ese entonces el medio de comunicación más democrático- de aquellos aparatos que parecían “cajitas con luz”, para dejar  al descubierto con asombro  diversas estampas sonoras o  millones de palabras tratando de explicar una realidad determinada.

Hoy, los más jóvenes consideran que el radio es un objeto en desuso y más bien desechable; mucho menos, capaz de reunir a una familia entorno a él, la época digital les ofrece infinidad de contenidos diseñados  y disponibles en múltiples formas para que los consuman cuando lo deseen y las veces que quieran e incluso los transformen. El recurrir a la radio para escuchar música les parece no menos que arcaico, si acaso pueden sintonizar -vía Internet de preferencia- alguna emisora para ganar boletos de algún concierto. Esto, por cierto, nos trae a la memoria el slogan que utilizó en una época Radio 13 “La palabra convence, pero el obsequio arrastra”. 


Hace tiempo, nos detuvimos a pensar un poco, qué habrán experimentado aquellos regiomontanos que tenían -por su condición económica-  un aparato de radio  la noche del 9 de octubre de 1921 cuando después de tres notas al piano escucharon un saludo en voz de Constantino de Tárnava (desde su casa) e inmediatamente después la interpretación “en vivo” de la  soprano Ana María Yrrutia cantando  “Violetas”, en una época en que la sociedad mexicana se estaba acostumbrando a reproducir su música favorita en discos gruesos con una canción  por lado en los legendarios gramófonos o como comercialmente se les seguía llamando “Máquinas parlantes”. La propia Yrrutia en una entrevista muchos años después en el periódico Reforma diría: “Yo estaba muy contenta, aunque no comprendía en ese momento lo que significaría aquello”.

En la Ciudad de México tuvo lugar la primera transmisión radiofónica tan sólo unos días antes (el 27 de septiembre de ese mismo año), desde el Teatro Ideal. La realizó Adolfo Enrique Gómez Fernández  y en la parte musical contó con un invitado de lujo: el tenor José Mojica quien en aquella emisión interpretó “Vorrei”. En aquellos ayeres, para que una canción se popularizara debían transcurrir varios meses o hasta años; sin embargo, la radio vino a permitir escuchar a varios cientos, miles o millones de oyentes al mismo tiempo el estreno de una o varias canciones.  ¿Cuántos mexicanos habrán escuchado esas dos primeras emisiones? La historia escrita no da señal de ello, pero seguramente se trata de un número muy limitado.


Al principio la tarea más urgente de aquellos pioneros del éter para lograr incrementar su influencia  en la sociedad, era vender aunque fuera casa por casa, aparatos de radio. Con  el nacimiento de la XEW en 1930 cambiarían las prioridades y a partir de entonces, se aplicaría eficazmente lo que hasta la fecha marca a las telecomunicaciones: Vender tiempo aire.

En 1923 se instalaron formalmente dos radiodifusoras en la Ciudad de México. Una de ellas logró sobrevivir, sigue siendo  la más antigua de nuestro país y se dice que de Hispanoamérica (XEB antes CYB Estación del Buen Tono S.A. fundada el 23 de septiembre de aquél año).

Sobre el particular, Raúl Azcárraga en una entrevista con Felipe Gálvez explicó: “Antes que nada debo aclarar que no fue mía la idea de las radiodifusoras en México. Fue uno de mis distribuidores de Sandal S. Hodges, coronel del ejército de los EUA… me dijo: No, en esto usted le mete la poesía, música, canciones, discursos y nadie le contesta. A usted lo oyen. Usted no tiene que oír a nadie… y me decidí a comprar una planta transmisora… con ella salí al aire, creando una de las primeras estaciones de radio en México… se llamó CYL”. 

Desde luego la vocación comercial no paró ahí, a la gerencia de la cigarrera del Buen Tono S.A. encabezada por José J. Reynoso le externó el siguiente plan: “Le hice ver que si así lo hacía podría divulgar los productos de su fábrica y premiar a sus clientes  con aparatos de radio de los que yo vendía. Le dije incluso que no estaría mal ofrecer un receptor de radio (costaban entre 25 y 100 pesos) como obsequio a cambio de dar a El Buen Tono S.A., un número determinado de cajetillas vacías de cigarros El Número 12”.


¿Qué música se tocaba en aquéllos primeros balbuceos de nuestra radiodifusión? Dejemos que Emilio Azcárraga Vidaurreta la responda: “Cuando se inició la XEW, en México, no se tocaba música mexicana; nuestra gran música era tenida como cursi por los mismos mexicanos. Se oían pasos dobles, chotices, danzones cubanos, pero rara vez música mexicana. “La Borrachita”, “La Chaparrita”, o “Las Mañanitas” sabían a cosa corriente. XEW vino a romper esos snobismos, estimulando a los compositores mexicanos, líricos o no, que empezaron a invadir el continente con música nuestra”.

En un amplísimo artículo sobre la “W”  los cronistas de la cultura popular e investigadores musicales  Jesús Flores y Escalante (q.e.p.d.) y Pablo Dueñas señalaron: “Se propició el asentamiento de los géneros vernáculos y regionales en la radio, en los cuales la agresión, el machismo y la picardía del mexicano se estableció una manera de manejar el albur y el doble sentido que se hicieron notar en  canciones como “Tú ya no soplas, “Estás como rifle”, “Me importa madre”… Aunque haber programado con exceso música mexicana en la “W” (un 40% de la programación) provocó que en 1938, el gerente general de la estación, el señor Othon M. Vélez, hiciera hincapié en la mesura y en la difusión de estos temas que él catalogó  “de pulquería”. Sin embargo la música ranchera se encumbró”.



En una polémica periodística que tuvo lugar en 1949 se acusó a la radio de ser la principal razón de la decadencia de la música mexicana. Era habitual leer frases que enfatizaban la percepción de que la radio había terminado con la canción mexicana y señalaban a los radiodifusores como manipuladores de las preferencias musicales, haciendo uso de toda su maquinaria machacaban que lo programado era lo mejor de nuestra producción musical, afirmación no siempre cierta.  Una década después el historiador Carlos A. Echanove  seguía por la misma línea: “La música transmitida por las radios mexicanas es, en general, de baja calidad. De muy baja calidad son también los anuncios comerciales, últimamente caracterizados por su musicalización en forma de fragmentos melódicos. Y de peor calidad son todavía ciertos procedimientos para encargar los pregones en una obra musical”.



Una de las primeras voces que surcaron los aires de la Ciudad de México fue la de Jorge Marrón mejor conocido como El Dr. IQ  cuando los socios del  Club Central de Radiotelefonía se reunieron en  la primavera de 1923  para sintonizar estaciones de onda corta y pocos meses después se convertiría en el primer locutor comercial de la CYB (XEB). En ese memorable año, El Dr. IQ comenzaría una  brillante carrera de locutor, aunque justo es decirlo, antes de acuñar este término se les llamó anunciadores o perifoneadores.

No siempre los locutores de épocas pasadas vivieron días de gloria y de respeto generalizado. Las cosas se deterioraron tanto  que en su gestión el presidente Miguel Alemán  externó su preocupación por los locutores mexicanos: “En estos últimos años, el público ha venido acusando la pobreza de cultura a nuestros locutores y pone en entredicho su personalidad, a tal grado que, demerita la calidad de la profesión”.  En muchos casos, esa preocupación sigue vigente.

Es muy romántica la idea de  que en la época de oro de la radio (1935-1945) era cosa común que hubiera notables  instalaciones  radiofónicas, con grandes teatro-estudios, un bullicio permanente de artistas o un ejército de empleados. Sin embargo, ¿cuál era la realidad de algunas radiodifusoras comerciales? El locutor Joaquín Gamboa  en sus memorias recuerda un pasaje de  1937: “En la BZ (XEBZ) como en la mayoría de las pequeñas difusoras, el locutor lo era todo y hacía de todo: anunciaba, programaba, hacía las veces de publicista, operador, telefonista y si hacía falta, de carpintero y hasta de barrendero. Y lo más curioso es que hacíamos todo aquello con el mayor de los gustos, sin desdoro para  nuestra vanidad. Considerábamos a la Estación como algo nuestro a la que debíamos todo nuestro cuidado y cariño”.


En esta misma estación que transmitía con tan sólo 100 watts de potencia se escuchaba en aquel año un programa llamado “La Hora Americana” ofreciendo los últimos éxitos en los Estados Unidos de América (el titular de esa emisión y el encargado de traer los discos era ni más ni menos que el recordado locutor Ken Smith). Como podemos darnos cuenta, no es correcta la idea que con Radio 6.20 comenzó la programación basada en el Hit Parade de los Estados Unidos aunque es justo decirlo, a esta legendaria estación se le asocia con este género musical hasta la fecha.

El primer presidente que habló por radio fue Álvaro Obregón al inaugurar la Feria Radio Eléctrica de Minería. Ante tal emoción,  Raúl Azcárraga mando crear un refresco embotellado llamado “Radio”, mientras tanto la estación de El Buen Tono S.A. hizo lo propio al elaborar cajetillas de cigarrillos marca “Radio”.



Si hay algo que nos ha molestado siempre de escuchar radio es el fustigamiento de comerciales al que somos sometidos y en franca contradicción -casi imperdonable- hemos comprado y grabado decenas de ellos, pues ustedes sabrán entender lo difícil de resistirse a Chocolates Turín ricos de principio a fin… Ya desde 1934  la gente se irritaba por lo saturado de comerciales en cada emisión de aquellos legendarios programas de 15 minutos. Por ello, Emilio Azcárraga tuvo que comunicarle a sus patrocinadores que sólo podrían transmitir un comercial después de cada dos canciones y después de un minuto de haber iniciado el programa. Sobre todo hubo un tiempo en que los comerciales duraban y sonaban como canciones.

Uno de los primeros patrocinadores de aquellos felices años veinte fue Sanborns, mientras que la primera estación que impuso la modalidad de pagar a sus intérpretes fue la CYJ (General Electric). Se dice que cuando Agustín Lara se presentó en 1929 en la Estación del Buen Tono S.A. ya con las siglas XEB junto a su descubridora y primera intérprete de rara belleza Maruca Pérez, el premio que recibieron fue una cajetilla de cigarros para el Flaco de Oro y una polvera para La Mocosita.




Si pensamos que hace pocos años fue una novedad gastar bromas subidas de tono detrás de un micrófono, basta con leer la siguiente anécdota contada por el locutor Roberto Aguilar a la periodista Bertha Zacatecas para su libro Vidas en el Aire. Tuvo lugar en la XEX a finales de los cuarenta del siglo XX, motivada porque un comerciante negó su patrocinio pues decía que nadie escuchaba esa radioemisora: Simulamos que al estar leyendo yo una noticia un tanto amarillista, alguien entraba a cabina, me disparaba, rodaba mi cuerpo, se suspendía el programa y se creaba una atmósfera de confusión tremenda: música, sonidos, voces, hablaba el operador; una de actrices -Amparo Garrido-lloraba y gritaba “Mataron a don Roberto”. Cuando el programa terminó, nos dimos cuenta de que habíamos llevado la broma demasiado lejos: llegó una ambulancia de la Cruz Roja para auxiliarme, el agente del Ministerio Público para levantar el acta… la calle de Córdova donde estaba la XEX, había sido cerrada al tránsito, por la cantidad de gente que se había reunido, aquello fue un escándalo. Al día siguiente Excélsior denunció el hecho: lo calificó de una broma de muy mal gusto. Ya nos estaban corriendo, pero como demostramos que la estación sí se escuchaba, nos perdonaron la vida”.  Ayer como hoy, su majestad el  rating, ante todo.



Por nuestra parte, si bien  hemos disminuido el tiempo que dedicamos a escuchar radio, nos volvimos  más selectivos en el contenido. En cierta manera, por la veracidad de aquella reflexión del poeta Bertold Brech sobre este medio de comunicación: “Un hombre que tiene algo que decir y no encuentra oyentes, está en una mala situación. Pero todavía están peor los oyentes que no encuentran quien tenga algo que decirles”.

Amigos, los dejamos en la compañía de varios audios de época y de algunas cápsulas históricas, deseando que los disfruten en verdad. Felices fiestas. Reciban nuestros mejores deseos.

Cafiaspirina (La salvación de Don Pancho), uno de los cantantes de mayor popularidad en los años veinte era el barítono de origen español Juan Pulido, sin duda, escucharemos uno de los primeros pregones que se difundieron en radio allá por 1929.
Aventurera, la actriz Adria Delhort tuvo la fortuna de grabar y estrenar en 1930 con acompañamiento de guitarra una de las composiciones más populares del Flaco de Oro, en su época fue sumamente criticada esta composición, pero logró ser un éxito radiofónico, años más tarde lo fue en el cine y más recientemente en el teatro.
Sal de uvas Picot (marcha Picot), fue una de las marcas comerciales más exitosas en radio, su famoso programa Cancionero Picot (originalmente se llamó Canciones Picot), se escuchó primeramente en la XEB, después de algunos años pasó a la XEW. Justamente esta marcha de 1936 fue grabada con el elenco artístico de la “B” Wello Rivas, Margarita Romero y en la orquesta el propio compositor El Jibarito Rafael Hernández.
Amor, uno de los éxitos radiofónicos no solo en nuestro país sino más allá de nuestras fronteras fue esta composición de Gabriel Ruiz con letra de Ricardo López Méndez. Les presentamos una de sus primeras versiones en 1940 con Chucho Martínez Gil.
Rapsodia Philco, fragmento de un programa radiofónico realizado en 1944, tendrán una mejor idea de lo que era la estructura de estos programas musicales en la época de oro.
¡Viva América! un programa que se transmitía desde Nueva York por la emisora CBS y se escuchaba a través de la Cadena de las Américas, en México se escuchaba entre otras emisoras por XEW. Les presentamos un fragmento de un programa realizado a finales de 1945.
Como nacieron mis canciones, se dice que Arturo Manrique mejor conocido como el Panzón Panseco fue el cómico que mejor entendió el lenguaje radiofónico, todo un maestro del micrófono. Les presentamos un registro sonoro de 1947.
18 Aniversario de XEW en El Patio, fragmento de aquella transmisión por control remoto, claro ejemplo de profesionalismo de una radio realizada enteramente “en vivo”.
Manolín y Shilinsky, su actividad radiofónica fue abundante en los años cuarenta y cincuenta, aquí una pequeña muestra.
Canada Dry, fue una de las casas comerciales que mantuvieron al aire programas musicales con grandes elencos artísticos durante los años cincuenta. Esta grabación es de 1956.
Manuel Bernal “El tío Polito”, cápsula radiofónica de la serie Lo que el viento no se llevó conducida por Jorge Zúñiga Campos.
Cápsula histórica XEB, se escuchó cuando la emisora cumplió 88 años.
Nuestra es la voz, de todos la palabra, cápsulas que se escucharon en las transmisiones de Radio 2010 del IMER. Aunque en su realización participaron grandes conocedores del medio radiofónico, aplica aquel dicho “Al mejor cazador se le va la liebre” y es que ninguno corrigió que El Vate López Méndez, no es Rafael sino Ricardo.

viernes, 26 de octubre de 2012

SUENA A VIEJO...PORQUE ES VIEJO



Con esa expresión, el periodista Jacobo Zabludovsky acostumbra presentar la canción que interpretará El Zorzal Criollo, Carlos Gardel, para dar fin a su espacio noticioso de la tarde.  Desde luego, es muy acertada y nos invita a realizar un ejercicio de memoria bastante divertido en esos menesteres de parar la oreja. Si nos preguntamos cuál es la grabación más antigua que hemos escuchado, seguramente la respuesta nos será difícil de precisar, tanto cronológicamente como en su ubicación histórico-social.

En casa, conservamos un disco Lp que los miembros de Amprofon realizaron en 1977 para celebrar un siglo del sonido grabado en gratitud a Thomas Alva Edison. Con la publicación de este material, el fonógrafo y sus históricos cilindros, reverdecieron al encanto de glorias pasadas y, como en los viejos tiempos, la gente se dio cita frente a ellos para evocar un tiempo que no volverá más.

Sin embargo, aquella grabación del mago de Menlo Park realizada en 1877, no fue la primera en quedar registrada en medios sonoros. Así, en 2008 se publicó en distintos medios de comunicación que la primera grabación- en que la voz humana era el eje central- tuvo lugar realmente en 1860 por medio del fonoautógrafo inventado por Édouard-Léon Scott. En 2010, la prestigiada  revista Rolling Stone publicó una entrevista a Paul Mawhinney (quien por cierto posee la colección de discos más grande del mundo,  estimada en catorce millones de fonogramas repartidos en dos millones de sencillos y un millón de álbumes) en la que afirma conservar un ejemplar del primer disco plano fabricado en 1881, mencionar que a  Charles Summer Tainter  se le debe tal invento de acuerdo con los hallazgos del Instituto Smithsoniano y la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América, pues en su patrimonio existen más ejemplares.

Para nosotros, la lectura de este dato resultó una sorpresa ya que la referencia que tomábamos era el año de 1887 en que Emile Berliner  patentó el gramófono. Por cierto, al poco tiempo, el disco le ganó la batalla al cilindro y en casi todo el siglo XX, las grabaciones comerciales  giraron por sus surcos  a 78, 45 y 33 rpm.
Y a todo esto, ¿cuándo tuvo lugar la primera grabación en México? La respuesta la encontramos en el ensayo Carl Lumholtz.  Primeras grabaciones etnográficas en México de Benjamín Muratalla, Subdirector de la Fonoteca del INAH, en el que da testimonio de las vivencias de ese viajero noruego en nuestro país. En esta interesante obra, Muratalla refiere que Lumholtz, en su expedición  de 1898,  logró captar 60  melodías tarahumaras y huicholes a través de un grafófono y que la primera grabación de este tipo en el mundo se había realizado tan sólo ocho años antes. Así, respecto de estas singulares grabaciones, Muratalla concluye categóricamente: “Tienen el privilegio de ser las primeras en todo género de música o expresiones orales realizadas en el territorio nacional”.

Durante el Segundo Seminario Nacional de Archivos Sonoros y Audiovisuales celebrado en 2005, los musicólogos y cronistas de la cultura popular Jesús Flores y Escalante y Pablo Dueñas señalaron lo siguiente: “Tres años más tarde (1905) llegaron a México diversas empresas grabadoras para crear un mercado de música regional en todos los países latinoamericanos. Dichas compañías fueron Victor Record, Columbia Phonograph, Zonophone, Odeón y Edison…. entre los artistas pioneros de estas incipientes grabaciones ubicamos a Esperanza Iris, María Conesa, los duetos costumbristas Ábrego y Picazo, Rosales y Robinson; los tenores de teatro Adolfo Jiménez y Merino, Manuel Romero Malpica, Felipe Llera y José Torres Ovando, entre muchos otros, incluyendo orquestas típicas de Miguel Lerdo de Tejada  y Carlos Curti, así como numerosas bandas militares, como la Banda de Rurales de Pachuca, la Banda de Policía, La Banda de Zapadores, etcétera.”


Se cuenta que a finales del siglo XIX, don Porfirio Díaz ordenó que se exhibieran los primeros  fonógrafos en plazuelas y jardines. Las clases populares asiduas a estos lugares, se reunía ante la llamada “máquina parlante” con cierto recelo pues algunos aseguraban que esos aparatos eran cosa del diablo. El dueto Abrego y Picazo en uno de sus incontables cuadros cómicos (probablemente  grabado  entre 1905 y 1906),  llamado “Pleito en el grafófono” lo ilustra así:

“¡Pásenle caballeros, señoritas y niños!
¡Pasen a oír sus bonitas y divertidas canciones!
¡No crean que porque habla tiene el diablo adentro!
¡Este grafófono es lo mejor que se ha visto en el mundo!
¡Pasen ustedes a escuchar sus canciones!
-¡Oiga usted señor!
- Mande usted valedor
-¡Póngame usted una cancioncita!
-¿Cuál quiere usted que le ponga valedor?
-Los juramentos
-Los juramentos está puesta…

Como se han de imaginar, al final se arma la trifulca con todo y gendarme porque el  valedor no paga la cuenta.

En lo que a nosotros respecta, la grabación más antigua de música popular  que hemos ubicado sobre nuestro país es la que el tenor Arthur B. Adamini  grabó en algún momento de la década de 1890 para la Berliner's Gramophone en los Estados Unidos, tiempo en que los discos giraban a 66 ó 72 rpm  y sólo se grababan en uno de sus lados. La pieza en cuestión se llamó Adiós a México.

En las primeras tres décadas del siglo pasado los  artistas tenían que viajar a las sedes de las compañías discográficas para realizar sus grabaciones, principalmente en los Estados Unidos, fueron muy pocos las registros grabados en México, seguramente obedecía a cuestiones técnicas o bien al ambiente inestable que en lo político y social se vivía.  Para 1927 se funda en la Ciudad de México La Compañía Nacional de Discos  por Eduardo C. Baptista, empresa discográfica que sentó las bases para que años más tarde en sociedad de negocios con Gustavo Klinckwort   daría origen al emblemático sello mexicano Peerless en 1933, al paso del tiempo harían lo propio RCA Victor, Columbia (CBS) y Capitol.  

Hace algunos años descubrimos dos programas radiofónicos que rescatan del olvido grabaciones de gran valor histórico, uno de ellos se transmite desde la ciudad de Aguascalientes a través de Stereo Mendel FM todos los viernes en punto de las 22:00 hrs. Hasta que el cuerpo aguante  lo pueden sintonizar vía Internet en su blog http://elcuerpoaguanteradio.blogspot.mx/,  al frente de ese proyecto se encuentra Ernesto Martínez Frausto. Amor perdido es el nombre de otro programa con muchas joyas  líricas de nuestro cancionero popular, lo conducen el escritor Pavel Granados y Mónica Barrón,  se trasmite por el 1110 de AM  todos los domingos en punto de las 14:00 hrs. también lo pueden seguir por su señal en Internet en la página http://radioredam.mx/.


Alguna vez Carlos Monsiváis sentenció: si el pasado vuelve es porque nunca se ha ido.  Los dejamos en compañía de algunos audios bastante antiguos, seguramente más de uno les dibujará una sonrisa en su rostro  y despertará su curiosidad.

La paloma, la pieza favorita de Maximiliano de Habsburgo, una grabación con la Orquesta Típica de Carlos Curti realizada en 1905 para la marca Columbia, compuesta por Sebastián Yradier.
La canción de la Saravia, uno de los registros fonográficos de Esperanza Iris la inolvidable “Emperatriz de la Gracia” realizado en 1906.
San Lunes, uno de los incontables cuadros cómicos que el dueto Rosales y Robinson grabaron en 1907.

Coplas de los polichinelas, con “La Gatita Blanca” María Conesa esta grabación de 1910, nos remonta al teatro de revista y por cierto a una de las más populares Chin Chun Chan. Una grabación del sello Zonophone.
Sobre las olas, el inmortal vals compuesto por Juventino Rosas en una grabación de 1913 por Fanny Anitúa “La Alondra Duranguense”. Un dato para recordar, la cantante Carmela Rey fue su discípula.
Cuando escuches este vals, el Trío González registró entre 1919 y 1920 muchas grabaciones para el sello Victor. Una de ellas fue esta composición de Ángel J. Garrido.
Morenita mía, con esta pieza compuesta por Armando Villarreal el 12 de diciembre de 1921 puede ubicarse como el inicio del bolero estrictamente mexicano. Una de las primeras grabaciones la realizó el tenor José Mojica.
Cielo mexicano, un fox trot en voz del legendario Trío Garnica Ascencio grabado en 1928.
Tengo un nuevo amor, uno de nuestras canciones favoritas es esta composición de Ernesto Lecuona en voz de “El Cancionero Romántico” Luis G. Roldán grabada en los primeros años de la década de 1930.
Desesperanza, de la inspiración de Gonzalo Curiel uno de los primeros registros fonográficos de “La Voz de Humo” Elvira Ríos en 1936, al piano Juan García Esquivel y en el violín Lauro Uranga.

jueves, 6 de septiembre de 2012

LA CANCIÓN MEXICANA...VOZ DE MÉXICO EN EL MUNDO






El Sentimiento Nacionalista de la Canción Campirana

La corriente nacionalista de las primeras décadas del siglo XX motivó a los compositores populares a retomar los ambientes que ofrecía la llamada canción campirana. Los ambientes evocadores del paisaje mexicano plasmado en las canciones tradicionales como Canción mixteca (1916), La pajarera (1917), La borrachita (1918), muy pronto encontró nuevos bríos para su renovación gracias a la importante promoción discográfica realizada por la RCA Victor. A este legendario catálogo, se agregaron canciones con temas del campo pero, para estar a la altura de los tiempos modernos, se recrearon en un ambiente netamente citadino las ahora entrañables Adiós Mariquita linda (1925), La negra noche (1926), Allá en el rancho grande (1927) y El limoncito (1928).

La calidad de las composiciones de la llamada canción tradicional mexicana es indiscutible pues a pesar del tiempo, han sido interpretadas por destacadas voces educadas en conservatorios y escuelas de canto que se hacen acompañar por piano, orquesta de alientos o de cuerdas.

Para 1930, el género campirano o ranchero se encontraba plenamente consolidado en el gusto popular, gracias a la difusión de intérpretes tan diversos como Los Trovadores Tamaulipecos, Lucha Reyes y el Mariachi Vargas. A partir de entonces, los rumbos de la canción ranchera (en sus modalidades de son alegre, bravío o de nostalgia campirana) quedaron marcados en el paisaje musical de México con Atotonilco (1933) de Juan José Espinosa; Flor silvestre (1929) de los Cuates Castilla; Albur de amor de Adolfo Estrada y Caminito de la sierra (1927) de Joaquín Pardavé.

La construcción de la identidad nacional promovida por el Presidente Manuel Ávila Camacho permitió que la canción ranchera de los años cuarenta se convirtiera en auténtico emblema de la cultura nacional. Las figuras del charro cantor y de la china poblana, identificaron a México y a los mexicanos en un mundo convulsionado por la guerra. En esta época, la producción comercial de discos con temas rancheros alcanzó cifras sorprendentes. Sin duda alguna, las casas disqueras contribuyeron enormemente al diseño estereotipado de nuestra tradicional estampa musical bravía ya sea que se trate de hombres o bien de mujeres. Tratándose de intérpretes masculinos, a Jorge Negrete le correspondió el honor (aunque muy a su pesar) de ser el primer Charro cantor, escuela que seguirían con notable éxito Miguel Aceves Mejía, Luis Aguilar, Francisco Avitia, Pedro Infante, Javier Solís, Antonio Aguilar, y Vicente Fernández. Entre las mujeres, Lucha Reyes estaba destinada a crear el mítico personaje femenino encargado de darle voz al alma musical de México. Esta tarea fue continuada por Matilde Sánchez, Dora María, Queta Jiménez, La Consentida, Lola Beltrán, Flor Silvestre, Amalia Mendoza y Lucha Villa.

La renovación de la canción ranchera en los años cincuenta se debe al talento de los compositores Tomás Méndez (Gorrioncillo pecho amarillo, Que me toquen las golondrinas y Cucurrucucú paloma) y a José Alfredo Jiménez. A pesar de que ninguno de los dos modificó en nada substancial al género, dotaron a sus obras de un buen sentido de la armonía musical e impregnaron sus composiciones de una fuerte carga emotiva que en muchas ocasiones alcanzó tintes lastimeros y trágicos.

Desde la aparición de sus primeras canciones en 1951 (Yo, Ella y Cuatro caminos), José Alfredo Jiménez reflejó en la nueva canción ranchera la realidad de los hombres que habían emigrado del campo a las grandes urbes. El nuevo ambiente del hombre urbano de clase media y baja, nada o casi nada tiene que ver con la añorada tranquilidad del campo y sus casitas de paja, tampoco reflejan al macho del rancho grande que nunca se raja, sino que, por el contrario, retrata la realidad triste del hombre que sin ella de pena muere. Eran los primeros años del modelo de desarrollo estabilizador y de la modernización de México, de su industria, de sus costumbres y de su música.

La influencia que José Alfredo ejerció en sus contemporáneos es evidente. Entre los compositores más destacados de esta sui generis escuela de música ranchera-urbana se encuentra Cuco Sánchez (Fallaste corazón, La cama de piedra, Anillo de compromiso, Nuestro gran amor); a José Ángel Espinosa Ferrusquilla no le bastó más que un éxito para trascender en el gusto popular (Échame a mi la culpa); también destacaron por sus composiciones e interpretaciones los Hnos. Zaízar (Cielo rojo). En el terreno de la interpretación, dominaron el escenario el internacional Miguel Aceves Mejía, el consolidado ídolo popular Pedro Infante, Las Hnas. Huerta, Flor Silvestre, Lola Beltrán, Julio Aldama, Demetrio González, Amalia y Juan Mendoza, Javier Solís y más recientemente Vicente Fernández.

En nuestros días, la música ranchera (sigue siendo de corte urbano) atraviesa una crisis de la que no ha podido recuperarse en las últimas tres décadas. El caso de Juan Gabriel es el más representativo en este sentido pues sus composiciones de este género están impregnadas de corrientes diversas que combinan baladas, rocks y música tropical. Los “nuevos valores de la canción ranchera” (Pedro Fernández, Alejandro Fernández, Pepe Aguilar, por ejemplo), intentan refrendar los viejos laureles ganados por sus antecesores, pero sus interpretaciones (más cercanas al pop) nos obligan a pensar que la época de oro de la canción ranchera quedó para siempre en el ayer. 
Los dejamos con la siguiente selección musical recordando un  diálogo de la película Amapola del camino (1937) “Ora músicos trompas de hule,  no se hagan roscas y a darle”.


Allá en el Rancho Grande, canción que en 1936 se escuchó en la película del mismo nombre en voz de Tito Guizar quien representó por primera vez en el cine a un charro cantor. En ese entonces pertenecía al elenco del sello Victor.

Mujer ladina, se dice que Lucha Reyes antes de salir a cantar se aventaba un fogonazo (de tequila) para estar a tono con las canciones, la auténtica representante de la canción bravía y del sentir provinciano. Una composición de J. José Espinosa grabada en 1937 para la marca Victor.

Pelea de gallos en San Marcos, composición de Juan S. Garrido en una de sus primeras grabaciones realizada por Los Tres Vaqueros en 1945.

La pajarera, esta canción mexicana con arreglo de Aguilar Palma la llevó al disco en una inolvidable versión Avelina Landín “La voz que canta al corazón” en 1948.

Tú sólo tú, una extraordinaria versión fue la que realizaron bajo el sello de RCA Victor Lupita Palomera y Fernando Fernández a finales de los años 40’s para esta composición de Felipe Valdés Leal.

Mi casita de paja, la siempre grata composición de Víctor Cordero en las voces de Martín y Malena en una grabación de los años 40’s.

Amor con amor se paga, de la mancuerna Esperón y Cortázar don Pedro Vargas “El tenor continental” y Jorge Negrete “El charro inmortal” nos ofrecen esta grabación de 1950.

Rancho Alegre, composición de Felipe Bermejo en voz de La Consentida acompañada por el Mariachi Vargas de Tecalitlán en una grabación  realizada en la segunda mitad de la década de los 50’s.

Como México no hay dos, Álvaro Zermeño y los Trovadores de México nos entregan esta composición de Pepe Guizar “El pintor musical de México”.

Nunca, nunca, nunca, la bella actriz Columba Domínguez llevó al disco en 1961 en una agradable versión  esta composición de Tata Nacho.

Popurrí jalisciense, interpretación de Lola Casanova, Adolfo Garza y Catalina Aguilera para el disco Noches Tapatías realizado por la casa comercial Tequila Sauza productora de ese programa televisivo.


Un sueño de tantos, en 1964 unen sus voces José Alfredo Jiménez y Amalia Mendoza en un disco de colección para RCA Victor.

sábado, 9 de junio de 2012

ESTA Y TODAS LAS NOCHES... LA VOZ DE MARCO ANTONIO MUÑIZ




Hace un par de semanas en el Auditorio Nacional El Lujo de México inició la gira más difícil de su vida artística pues comenzó a despedirse de su público. Nuestra madre y nuestras tías no podían faltar a tan emotiva presentación. Gracias a aquella voz, volvieron al encuentro desde el olvido sus recuerdos de juventud… Sin embargo, jamás imaginaron que aquella voz que las cautivó en su juventud, les diría alguna vez adiós. 


Marco Antonio Muñiz es parte vital de nuestra educación sentimental y siempre ha ocupado un lugar distinguido en la discoteca familiar. Su vida artística nos resulta interesante, pues está estrechamente ligada a la época de oro de la radio, al florecimiento de la industria fonográfica y al posicionamiento de la televisión como la plataforma número uno del entretenimiento. Pero, por sobre todas las cosas, porque para nuestros mayores Marco es un referente musical obligado. 

En sus inicios aplica aquello que solía decir Pepe Jara: “Trovador en el dolor y en la necesidad” y es que abrirse camino en el terreno de la canción popular no era nada sencillo, lejos de su familia y de su natal Guadalajara, debuta de manera profesional un 7 de enero de 1946 a los 13 años de edad en el Teatro Casino de Ciudad Juárez, Chihuahua. Pero ¿qué cantaba en esos años? El joven Marco interpretaba boleros y algunas piezas de la suite española de Agustín Lara (Granada era su caballito de batalla); por cierto, al cantar esas canciones, intentaba emular a su ídolo Genaro Salinas ( al que conoció varios años después en la RCA Victor cuando le hizo coros como miembro del Sexteto Fantasía). En aquella época, XEW era la auténtica Catedral de la Radio en México y por ende, se convirtió en la meta que todo artista deseaba alcanzar (para los que visitaban la Ciudad de México en plan de turistas se decía popularmente: después de visitar a la Virgen de Guadalupe, también tienes que conocer la “W”). Aquella entrañable “W” de los años cuarenta del siglo XX, significó para Marco Antonio Muñiz –que a la postre se desempeñaba como arrancador de aplausos-, la oportunidad de conocer la disciplina, calidad y entrega con las que las luminarias de La moderna chimenea del ensueño realizaban su trabajo. 




El propio Marco recuerda que su primera gran prueba en la “W” ante el temido y respetado director artístico de la emisora Amado C. Guzmán, fue un fracaso rotundo pues los nervios no le permitieron cantar con propiedad Solamente una vez del Flaco de Oro. Los comentarios -como bien suponen- fueron lapidarios. No obstante este fracaso, Marco formó en los legendarios billares que se encontraban en la calle de Ayuntamiento (muy cerca de la “W”), junto a José Gutiérrez y Cristóbal Hernández, el trío Los Tres Brillantes. Con esta agrupación, frecuentaba la famosa casa de citas de Graciela Olmos, mejor conocida como “La Bandida” -de la que les platicaremos en otra ocasión-. A aquel mítico lugar concurrían escritores, políticos, toreros, actores, cancioneros y muchos, hombres ricos y famosos del México de esos años. Los Tres Brillantes lograron establecerse como un trío de planta. Era una época de mucho talento y competencia, hacerse de un nombre costaba muchos años de dedicación y paciencia. 



Para un concurso celebrado en XEW, Los Tres Brillantes y el Trío Rubí (agrupación femenina) formaron el legendario Sexteto Fantasía que a la postre obtuvo como premio un contrato para el programa “Mañanitas Fab”. En aquella serie de programas (se mantuvo al aire por varios meses) participaron haciendo coros a diversos artistas entre los que destacamos a Tin-Tan y a Genaro Salinas La voz de oro de la radio (de aquella época quedaron los registros discográficos de Mis noches sin ti y Mi dicha lejana que fueron realizadas en 1952 para la RCA Victor con el acompañamiento del Mariachi Pulido). 


Poco tiempo después, Marco se integró de forma un tanto circunstancial pero afortunada a Los Tres Ases (ver la entrada correspondiente en el blog). Al respecto, el propio Marco Antonio Muñiz menciona: “La diferencia que después se establece entre el estilo de “Los Panchos” y “Los Tres Ases” estriba que en canciones populares nosotros estábamos más adelantados, ellos tenían un molde y de ahí no salían. “Los Tres Ases” en discrepancia, sabíamos las voces, las armonías y los acordes de manera aventajada, a tal grado que cuando camino por Latinoamérica por lugares por donde no hay trova, donde está la música de trío, se toca como acostumbraba hacerlo Juan Neri”. 


A principios de 1960 decide romper con Los Tres Ases por las tensiones que se vivían dentro del grupo y repercutían principalmente en la parte económica. Su porvenir no era el más halagador, pues contrario a lo que pudiéramos pensar no tenía un proyecto para lanzar su carrera como solista o pertenecer a otra agrupación, se acomodó donde pudo y como pudo. Tuvo que esperar más de un año para grabar de manera inesperada su primer sencillo en la RCA Victor que incluía los boleros “Luz y Sombra” y “Una vez nada más”. Por cierto, la primera grabación que Marco realizó de “Luz y sombra” no es la que se ha popularizado a lo largo de los últimos 50 años pues la misma se realizó utilizando parte del tiempo de estudio que no había ocupado el maestro Chucho Zarzosa, quien además se encargó del arreglo y la dirección musical sin que la misma se haya comercializado. A Rubén Fuentes se le debe desde luego esta histórica grabación y en gran medida el triunfo de Marco Antonio Muñiz como solista.




                       
Juan Calderón describe en su libro autobiográfico El Gallo canta cómo conoció a Marco Antonio Muñiz en el Teatro Blanquita en compañía de Mariano Rivera Conde: “Salieron bailarinas y modelos, del fondo surgió Marco, impecablemente vestido para cantar en la apertura del espectáculo. Al terminar el primer número, de nuevo salieron bailarines y modelos, se cerró el telón de fondo y Marco cantó, ya solo, “Luz y sombra”… pensé que Marco seguiría cantando, pero no fue así, al terminar y recibir aplausos tibios, esa es la verdad, salió disparado a su camerino. Tenía que cambiarse de ropa para hacerle de patiño a los cómicos del teatro… Mariano me sugirió que contratara a Marco para TV Musical Ossart, argumentando que Marco sería muy pronto el gran vendedor de discos. No se lo creí, pero fue tanta su insistencia que acepté. A las tres semanas, Marco salió al aire y la historia de su carrera la conocemos todos…” Cuenta también que realizaron juntos cuando menos 200 programas de televisión, tales como Estelar Missuky en el que también participaban las Hermanas Navarro y Daniel Riolobos, Automex presenta, y por último Hoy. Marco Antonio Muñiz obtuvo el tan ansiado lugar que buscaba dentro de la canción romántica. 





En casa, nuestro padre –fiel admirador de Los Tres Ases nos compartió su gusto por el estilo interpretativo de Marco Antonio Muñiz. En aquellas añejas grabaciones que quedaron registradas en 5 discos de larga duración y otros tantos sencillos, aprendimos a apreciar la versatilidad de Marco ya haciendo solos o realizando terceras y cuartas voces. También, nuestro padre llevo a casa los primeros tres discos Lp’s que grabó Marco Antonio Muñiz como solista (para él estos son los mejores discos de Marco). Con el tiempo, gracias al resto de la familia conocimos muchas otras facetas interpretativas de El lujo de México. Sin duda, el primer disco que grabó con La Rondalla Tapatía (La serenata del siglo) es uno de los más representativos del género. 


Para Marco Antonio Muñiz, 1963 fue un año de mucha actividad en la pantalla grande. Su primera participación cinematográfica ya como solista es en la comedia ranchera Dos gallos y dos gallinas, en la que compartió créditos con Miguel Aceves Mejía, María Duval, Rosina Navarro y Fernando Soto "Mantequilla". También tuvo una discreta aparición en la cinta La Bandida protagonizada por María Félix y Pedro Armendáriz entre otras figuras de nuestro cine. En Los apuros de dos gallos alternó con Miguel Aceves Mejía, Lilían de Celis y Lucha Villa. Finalmente, en la cinta De color moreno compartió los papeles estelares con “La Faraona” Lola Flores


En 1964 tiene apariciones en las cintas La sonrisa de los pobres y Cucurrucucú Paloma en la que participaron Luis Aguilar, Lola Beltrán, Lucho Gatica, María Victoria y Pedro Vargas, entre otros.


Quizá la actuación más sobresaliente de Marco en los sets cinematográficos se haya dado en la cinta El pecador (1965), en la que llevó el papel de galán de la actriz de la mirada triste Pina Pellicer. Por ciento, en esta película también participaron Arturo de Córdova, Marga López, Kitty de Hoyos y Javier Solís. Entre 1966 y 1976 participó en Muchachos impacientes, Me canse de rogarle, ¡Ahí Madre!, Esclava del deseo, Hijazo de mi vidaza y en Tiempo y destiempo


La discografía de Marco Antonio Muñiz es muy extensa y desde luego, muy difícil de coleccionar en su totalidad. Tan solo en la década de los 60's grabó 15 discos de larga duración (3 de ellos con música original de sus películas), además de los múltiples registros que quedaron en los sencillos de 45 rpm y en otros formatos con música de Armando Manzanero (estas grabaciones fueron recopiladas en un LP editado en los años 80's). Para la década de los 70's, grabó 18 discos de larga duración y en los años 80's registró al menos 17 más. En un cálculo estimado, es muy probable que Marco Antonio Muñiz tenga en su haber un número muy cercano al medio millar de grabaciones. 





                              
Por cierto, muchas de aquellas legendarias grabaciones de Marco Antonio Muñiz, podían escucharse en la radio en diversas estaciones. Inclusive, durante la década de 1970, Fórmula melódica le dedicó un programa de una hora de duración el cual se transmitía todos los días en punto de las nueve de la noche.

En 1996 celebró sus cincuenta años de carrera artística en el Palacio de Bellas Artes al que regresó en 2002 para cantar junto a Los Tres Ases (Héctor González, José Antonio Bedolla y nuestro tío Jerónimo Merinos Obando) con motivo del 18° Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México en un merecido homenaje a ese pervertidor de mayores: El Bolero. 


A finales de 2006 la empresa Sony BMG le dio su carta de retiro. Meses después, en una entrevista que le realizó la división de espectáculos de Notimex, a propósito de este suceso, Marco Antonio Muñiz comentó lo siguiente “Empecé a grabar con RCA Víctor, luego se convirtió en BMG Ariola y cuando se fusionó con Sony me mandaron al carajo; fueron 57 años de trabajar con esa compañía y no lo he querido hacer en ningún otro lado”. Este es un caso excepcional en la historia de la discografía en México y quizá solamente Marco haya sido superado por Pedro Vargas como artista exclusivo de un mismo sello discográfico.






Marco tuvo la fortuna de pertenecer a una generación que sirvió de puente entre la vieja guardia de la canción romántica en México y la canción contemporánea. Es sin duda, el último intérprete de la época de oro y gracias a él, el bolero y la trova lograron trascender a las nuevas generaciones en versiones modernas y juveniles, en una época en que el rock and roll y los ritmos psicodélicos dominaban el ambiente musical. Por eso, en este pequeño espacio, queremos expresarle a Marco Antonio Muñiz nuestro respeto y gratitud profunda. 


Marco se ha despedido de los escenarios pero no de nuestras vidas. Su voz y sus canciones nos acompañarán por siempre esta y todas las noches. 


Deseamos sinceramente disfruten de la siguiente selección musical que nos hace recordar gratamente aquel lema de "Los mejores artistas del mundo graban en RCA Victor". 


Camino obscuro, del segundo Extended Play e incluido posteriormente en su primer Lp de mediados de 1961 esta composición de Willy Samperio.


 


Amor sin ley, de la inspiración de Álvaro Carrillo esta estupenda grabación registrada en 1962 para el álbum Adelante


 


Tú no comprendes, inmortal composición de “El Jibarito” Rafael Hernández en un nuevo tratamiento en esta grabación de 1963 incluida en el disco Incontenible


 


Muchacha bonita, uno de los números incluido en la banda sonora de la película Dos gallos y dos gallinas, composición de José Alfredo Jiménez en esta grabación de 1963 realzada por Marco Antonio Muñiz y Miguel Aceves Mejía. 


 


A solas, una composición del chileno Joaquín Prieto que apareció en el álbum 12 maneras diferentes de decir te amo grabado en 1965. 


 


Mía, hermosa composición de Armando Manzanero grabada en 1967 en el álbum Cierra los ojos..sueña conmigo


 


Perdón, del siempre recordado compositor puertorriqueño Pedro Flores incluida en el álbum Serenata del siglo grabado en 1967.


 


Alivio, la gratísima composición del cubano Julio Cobo incluida en el disco Canta con orquesta las canciones más bonitas de los Tres Ases grabado en 1973. 


 


Dónde encontrarás, inmortal composición del binomio Rubén Fuentes y Alberto Cervantes,Marco hace toda una creación en su disco Serenata para los enamorados de 1974 acompañado por las voces y guitarras de Los Caballeros de la Ronda.


 


Eso es imposible, del compositor costarricense Ray Tico esta versión incluida en el disco Tiempo y destiempo de 1975. 


 


Sabrás que no me quieres, del álbum Mi guitarra y yo de 1978 esta composición de Rubén Fuentes. 


 


Para empezar el año, de la inspiración de Rubén Fuentes que apareció en su disco Marco Antonio Muñiz le canta a ella de 1980.




Amo esta tierra, en la celebración por sus 50 años de vida artística inició su concierto con esta composición de Felipe Gil.