Con
esa expresión, el periodista Jacobo Zabludovsky acostumbra presentar la canción que interpretará El Zorzal Criollo, Carlos Gardel, para
dar fin a su espacio noticioso de la tarde. Desde luego, es muy acertada y nos invita a
realizar un ejercicio de memoria bastante divertido en esos menesteres de parar
la oreja. Si nos preguntamos cuál es la grabación más antigua que hemos
escuchado, seguramente la respuesta nos será difícil de precisar, tanto cronológicamente
como en su ubicación histórico-social.
En
casa, conservamos un disco Lp que los miembros de Amprofon realizaron en 1977
para celebrar un siglo del sonido grabado en gratitud a Thomas Alva Edison. Con
la publicación de este material, el fonógrafo y sus históricos cilindros,
reverdecieron al encanto de glorias pasadas y, como en los viejos tiempos, la
gente se dio cita frente a ellos para evocar un tiempo que no volverá más.
Sin
embargo, aquella grabación del mago de Menlo Park realizada en 1877, no fue la
primera en quedar registrada en medios sonoros. Así, en 2008 se publicó en
distintos medios de comunicación que la primera grabación- en que la voz humana
era el eje central- tuvo lugar realmente en 1860 por medio del fonoautógrafo inventado por Édouard-Léon
Scott. En 2010, la prestigiada revista Rolling Stone publicó una entrevista a
Paul
Mawhinney (quien por cierto posee la colección de discos más grande del
mundo, estimada en catorce millones de
fonogramas repartidos en dos millones de sencillos y un millón de álbumes) en
la que afirma conservar un
ejemplar del primer disco plano fabricado en 1881, mencionar que a Charles Summer Tainter se le debe tal invento de acuerdo con los
hallazgos del Instituto Smithsoniano y la Biblioteca del Congreso de los
Estados Unidos de América, pues en su patrimonio existen más ejemplares.
Para
nosotros, la lectura de este dato resultó una sorpresa ya que la referencia que
tomábamos era el año de 1887 en que Emile Berliner patentó el gramófono. Por cierto, al poco
tiempo, el disco le ganó la batalla al cilindro y en casi todo el siglo XX, las
grabaciones comerciales giraron por sus
surcos a 78, 45 y 33 rpm.
Y
a todo esto, ¿cuándo tuvo lugar la primera grabación en México? La respuesta la
encontramos en el ensayo Carl Lumholtz.
Primeras grabaciones etnográficas en México de Benjamín Muratalla, Subdirector de la Fonoteca
del INAH, en el que da testimonio de las vivencias de ese viajero
noruego en nuestro país. En esta interesante obra, Muratalla refiere que
Lumholtz, en su expedición de 1898, logró captar 60 melodías tarahumaras y huicholes a través de
un grafófono y que la primera grabación de este tipo en el mundo se había
realizado tan sólo ocho años antes. Así, respecto de estas singulares
grabaciones, Muratalla concluye categóricamente: “Tienen el privilegio de ser las primeras en todo género de música o
expresiones orales realizadas en el territorio nacional”.
Durante
el Segundo
Seminario Nacional de Archivos Sonoros y Audiovisuales celebrado en 2005, los
musicólogos y cronistas de la cultura popular Jesús Flores y Escalante y Pablo
Dueñas señalaron lo siguiente: “Tres años
más tarde (1905) llegaron a México diversas empresas grabadoras para crear un
mercado de música regional en todos los países latinoamericanos. Dichas compañías
fueron Victor Record, Columbia Phonograph, Zonophone, Odeón y Edison…. entre
los artistas pioneros de estas incipientes grabaciones ubicamos a Esperanza
Iris, María Conesa, los duetos costumbristas Ábrego y Picazo, Rosales y
Robinson; los tenores de teatro Adolfo Jiménez y Merino, Manuel Romero Malpica, Felipe Llera y
José Torres Ovando, entre muchos otros, incluyendo orquestas típicas de Miguel
Lerdo de Tejada y Carlos Curti, así como
numerosas bandas militares, como la Banda de Rurales de Pachuca, la Banda de
Policía, La Banda de Zapadores, etcétera.”
Se cuenta que a finales
del siglo XIX, don Porfirio Díaz ordenó que se exhibieran los primeros fonógrafos en plazuelas y jardines. Las clases
populares asiduas a estos lugares, se reunía ante la llamada “máquina parlante”
con cierto recelo pues algunos aseguraban que esos aparatos eran cosa del
diablo. El dueto Abrego y Picazo en uno de sus incontables cuadros cómicos (probablemente
grabado
entre 1905 y 1906), llamado “Pleito
en el grafófono” lo ilustra así:
“¡Pásenle caballeros, señoritas y niños!
¡Pasen a oír sus bonitas y divertidas canciones!
¡No crean que porque habla tiene el diablo adentro!
¡Este grafófono es lo mejor que se ha visto en el mundo!
¡Pasen ustedes a escuchar sus canciones!
-¡Oiga usted señor!
- Mande usted valedor
-¡Póngame usted una cancioncita!
-¿Cuál quiere usted que le ponga valedor?
-Los juramentos
-Los juramentos está puesta…
Como se han de
imaginar, al final se arma la trifulca con todo y gendarme porque el valedor no paga la cuenta.
En lo que a
nosotros respecta, la grabación más antigua de música popular que hemos ubicado sobre nuestro país es la
que el tenor Arthur
B. Adamini grabó en
algún momento de la década de 1890 para la Berliner's Gramophone en los Estados Unidos, tiempo en que los discos giraban a 66 ó 72 rpm y sólo se grababan en uno de sus lados. La
pieza en cuestión se llamó Adiós a México.
En las primeras tres
décadas del siglo pasado los artistas
tenían que viajar a las sedes de las compañías discográficas para realizar sus
grabaciones, principalmente en los Estados Unidos, fueron muy pocos las
registros grabados en México, seguramente obedecía a cuestiones técnicas o bien
al ambiente inestable que en lo político y social se vivía. Para 1927 se funda en la Ciudad de México La Compañía
Nacional de Discos por Eduardo C.
Baptista, empresa discográfica que sentó las bases para que años más tarde en
sociedad de negocios con Gustavo Klinckwort daría origen al emblemático sello mexicano
Peerless en 1933, al paso del tiempo harían lo propio RCA Victor, Columbia (CBS)
y Capitol.
Hace algunos años
descubrimos dos programas radiofónicos que rescatan del olvido grabaciones de
gran valor histórico, uno de ellos se transmite desde la ciudad de
Aguascalientes a través de Stereo Mendel FM todos los viernes en punto de las
22:00 hrs. Hasta que el cuerpo aguante
lo pueden sintonizar vía Internet en su blog
http://elcuerpoaguanteradio.blogspot.mx/,
al frente de ese proyecto se encuentra Ernesto Martínez Frausto. Amor
perdido es el nombre de otro programa con muchas joyas líricas de nuestro cancionero popular, lo
conducen el escritor Pavel Granados y Mónica Barrón, se trasmite por el 1110 de AM todos los domingos en punto de las 14:00 hrs.
también lo pueden seguir por su señal en Internet en la página
http://radioredam.mx/.
Alguna vez Carlos Monsiváis sentenció: si el pasado vuelve es porque nunca se ha ido. Los dejamos en compañía de algunos audios bastante antiguos, seguramente más de uno les dibujará una sonrisa en su rostro y despertará su curiosidad.
La paloma, la pieza favorita de Maximiliano de Habsburgo, una grabación con la Orquesta Típica de Carlos Curti realizada en 1905 para la marca Columbia, compuesta por Sebastián Yradier.
La canción de la Saravia, uno de los registros fonográficos de Esperanza Iris la inolvidable “Emperatriz de la Gracia” realizado en 1906.
San Lunes, uno de los incontables cuadros cómicos que el dueto Rosales y Robinson grabaron en 1907.
Coplas de los polichinelas, con “La Gatita Blanca” María Conesa esta grabación de 1910, nos remonta al teatro de revista y por cierto a una de las más populares Chin Chun Chan. Una grabación del sello Zonophone.
Sobre las olas, el inmortal vals compuesto por Juventino Rosas en una grabación de 1913 por Fanny Anitúa “La Alondra Duranguense”. Un dato para recordar, la cantante Carmela Rey fue su discípula.
Cuando escuches este vals, el Trío González registró entre 1919 y 1920 muchas grabaciones para el sello Victor. Una de ellas fue esta composición de Ángel J. Garrido.
Morenita mía, con esta pieza compuesta por Armando Villarreal el 12 de diciembre de 1921 puede ubicarse como el inicio del bolero estrictamente mexicano. Una de las primeras grabaciones la realizó el tenor José Mojica.
Cielo mexicano, un fox trot en voz del legendario Trío Garnica Ascencio grabado en 1928.
Tengo un nuevo amor, uno de nuestras canciones favoritas es esta composición de Ernesto Lecuona en voz de “El Cancionero Romántico” Luis G. Roldán grabada en los primeros años de la década de 1930.
Desesperanza, de la inspiración de Gonzalo Curiel uno de los primeros registros fonográficos de “La Voz de Humo” Elvira Ríos en 1936, al piano Juan García Esquivel y en el violín Lauro Uranga.
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