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En este lugar se encuentran reunidos nuevamente el tiempo, la música y nuestros recuerdos...Iniciemos este maravilloso viaje al ritmo de las canciones y melodías de la Música sin Final...Déjese llevar por el mágico sonido que envuelve milagrosamente, ese algo que creíamos olvidado, pero que sigue ahí escondido en algún lugar, sin límites...sin final...¿Quiere saber en dónde está ese lugar?...Habita en su recuerdo y está más allá de la música...¿Nos hace el honor de acompañarnos?...Gracias.

Sus amigos,

Ricardo y Alejandro Martínez Arreola

lunes, 28 de julio de 2014

LAS QUE LLEGARON AL HIT PARADE




Esa especie de poligamia que vivieron las industrias del disco,  la radio, el cine, la televisión y  la prensa permitieron que en la primera  mitad del siglo XX las canciones populares tuvieran un arraigo casi inmediato en el público masivo, para su segura difusión fue necesario que entrara al aro otro invitado: las agencias de publicidad, pues a manera de estuche de regalo presentaban al consumidor  inolvidables desfiles de éxitos. En repuesta el respetable se encargaría de decidir -cómo hasta hoy-  si serían efímeros o perdurables, claro está, no sin antes recibir una buena dosis de bombardeo cuyos resultados serían registrados por sistemas de medición  cada vez más sofisticados.

Desde tiempos inmemorables la melodía es lo que permite que podamos tararear o silbar las tonadas de moda, la única forma conocida que se tenía para medir  su popularidad y su respectivo beneficio económico eran las partituras musicales. El reconocido musicólogo mexicano Vicente T. Mendoza investigó varios corridos en el siglo XVIII con esta peculiaridad y así, para el siglo XIX el negocio de las hojas con música fue creciendo gracias a la influencia del fonógrafo y el gramófono como los medios para registrar los sonidos. Desde aquellos legendarios años, la industria del disco diseñó variados esquemas para despejar una incógnita que garantizara su éxito.  ¿Qué es lo que escuchan las mayorías?




En las postrimerías del siglo XIX se popularizaron tanto danzas,  habaneras, corridos, polkas o valses como: Las golondrinas, La paloma, Adiós mamá Carlota,  Las bicicletas o  Sobre las olas. Grandes personalidades como José María Villasana o José Guadalupe Posada por mencionar solamente a algunos, ilustraban magistralmente las partituras musicales de compositores como Juventino Rosas, Manuel M. Ponce o Miguel Lerdo de Tejada, estafeta que pasarían en el siglo XX a personajes igual de prominentes como Andrés Audiffred o Ernesto “El Chango” García Cabral, ahora serían obras de autores como María Grever, Agustín Lara o Gonzalo Curiel. En los Estados Unidos por la misma época serían dibujadas  por Walt Disney o Charles Shulz. Las partituras musicales dejaron de ser la espina dorsal del negocio de la industria de las canciones y cedieron el primer lugar a las editoras y sociedades que se erigieron para salvaguardar los intereses económicos de sus creadores.






El 20 de abril de 1935  surge en el Town Hall de la Gran Manzana el programa radiofónico El Hit Parade (Your Hit Parade), en muy poco tiempo se convirtió en la emisión con mayor audiencia en la Unión Americana y su éxito fue tal que al paso de los años rebasó sus fronteras y su señal  sabatina llegó a muchos países- incluido México- en grabaciones especiales. En una ocasión anterior les comentamos que el magnífico y siempre bien recordado locutor Ken Smith transmitía su programa La hora americana por las siglas XEBZ en el lejano 1935  seleccionando los temas en boga de aquel país.





En una época las agencias de publicidad pudieron precisar casi quirúrgicamente qué canciones tenían mayor repercusión en el gusto popular, durante una semana, un mes o un año, los horarios más convenientes de programar y qué perfil de locutor sería el más adecuado para radio o televisión.



Fue durante la década de los años 50’s del siglo XX que el locutor de XEW y editor de la revista Selecciones Musicales Roberto Ayala, instituyó en México el Disco de Oro (al igual que lo hacían los Estados Unidos)  que otorgaba lógicamente su revista a lo más granado de los intérpretes, compositores y canciones con mayor difusión en nuestro país, repercutiendo en contratos, giras, entrevistas, reportajes y grabaciones. Desde aquellos años se creó la buena costumbre de publicar diversos cancioneros, los cuales abordaremos en una entrega posterior.



Las radiodifusores en México que integraban en su barra programática música popular proveniente de nuestro vecino del norte, como Radio 590, Radio 6.20, Radio Mil, Radio 660, Radio Capital o Radio Éxitos, adoptaron el esquema  marcado por el tío Sam de programar con el Top 40 de sus listas de popularidad, garantizando así el éxito de sus emisiones.



Muchos son los programas de radio o televisión que seguramente usted recuerda en distintos momentos y décadas de su vida, uno que motivó el nombre de la  entrada de hoy era difundido por la estación del gallito, nuestra entrañable XENK Radio 6.20 desde la década de los 60’s (en 1959 fue la última emisión de El Hit Parade en los Estados Unidos ya como versión televisiva) y fue deliciosa hasta que se extinguió de su señal.




Les presentamos la siguiente selección musical, distintas épocas en la música popular.

Las bicicletas, exitosa polka de 1896 con la que su autor Salvador Morlet celebraría el arribo de este vehículo a nuestra capital a finales del siglo XIX. Sin duda, nos viene a la memoria el inolvidable personaje Don Susanito Peñafiel y Somellera que al presentarse solía decir: para servir a Dios, a don Porfirio y a usted. La versión es la de la Orquesta Típica de la Ciudad de México realizada en 1956 para la RCA Victor, incluida en el magnífico disco Lp Paseo en la Alameda.


Dardanella, un Fox-Trot de Felix Bernard y Johnny S. Black compuesto en 1919, de inmediato se popularizó en la Unión Americana vendiendo cinco millones de copias. En México también logró gran aceptación, una de las emisoras que la mantuvo en su programación varias décadas fue Radio 6.20. Les ofrecemos una versión de 1920 con  Harry Raderman’s Jazz Orchestra para la marca Edison.


Vereda tropical, bolero compuesto en 1936 por Gonzalo Curiel y estrenado en la película Hombres de mar del mismo año, alcanzó tal fama en voz de Lupita Palomera que incluso -dice una leyenda- hubo anuncios laborales para las trabajadoras domésticas que al concluir de detallar las actividades que desempeñarían remataban con: “y que no canten Vereda tropical”. Seguramente la canción del maestro Curiel más popular en México y  el mundo.


Over the rainbow, balada compuesta en 1939  por Harold Arlen y Yip Harburg, interpretada por Judy Garland en la película El Mago de Oz de aquel año. Merecedora del premio Oscar como mejor canción, aunque los productores de dicha cinta no confiaban en la canción intentando eliminarla varias veces de la versión final del filme. Sin duda, la carta de presentación de Judy Garland por siempre.


Yo sé por qué y tú también, la  era de Swing dejó una estela interminable de buenas canciones, ésta composición de H. Warren y M. Gordon lo demuestra, su éxito se debe a la versión de Glen Miller y a su agrupación vocal  Los Modernistas, fue incluida en la banda sonora de la película de 1942 conocida en  México como Las  viudas del jazz.


Anna (el negro zumbón), baion de la película italiana Anna de 1951, protagonizada por la bella Silvana Mangano (en México le decían Mangazo) de ese ritmo brasileño quizá este número es el que más popularidad tuvo en el mundo, de la inspiración de Franceso Giordano y Roman Vatro. La versión que se escucha en la cinta y grabada en 78 rpm para la marca MGM tiene en el crédito a Mangano aunque la voz que se escucha es de la cantante Flo Sandon’s.


Obsesión, composición de Pedro Flores que alcanzaría éxito mayúsculo desde la década de los cuarentas. Una de sus grabaciones más exclusivas fue la que realizaron a dúo Pedro Vargas y Benny Moré  con el acompañamiento de la Banda Gigante en 1954 para el sello RCA Victor.  José Emilio Pacheco citaría este bolero en su magnífico libro “Las Batallas en el Desierto”.


Sinceridad, bolero compuesto por Rafael Gastón Pérez, en 1954  Lucho Gatica y el acompañamiento de Los Peregrinos quizá realizaron su mejor versión, se publicó en México bajo el sello Musart.

  
  
Quiero tu amor, composición de  Charles Trenet  de 1942,  desde entonces, ha acumulado muchas versiones en todo el orbe. Nuestra versión instrumental favorita es la que André Kostelanetz llevó al disco en 1963 para el sello CBS.


La Bikina, composición de  Rubén Fuentes en 1969, pieza fundamental en el repertorio de lo entrañable, su popularidad fue tal que en Francia quisieron adueñarse de los derechos, situación que obviamente perdieron legalmente. La magnífica versión del Mariachi Vargas de Tecalitlán (al cual Rubén Fuentes transformó en los 50’s con arreglos más estilizados) para el sello RCA Victor enriquece toda discoteca.  


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