La etapa denominada Los grandes años del rock and roll en nuestro país, estuvo precedida por el éxito de agrupaciones extranjeras como Los Cinco Latinos (provenientes de Argentina), quienes alcanzaron notable éxito con covers de Los Platters (Solo tú, Hay humo en tus ojos, Mi oración) y Los Llopis, originarios de Cuba, los que gracias a Estremécete, hicieron las delicias de la juventud hispanoamericana.
Entre 1958 y 1962 se formaron los pioneros y a la postre más exitosos grupos rocanroleros mexicanos. Quienes vivieron la época recuerdan con nostalgia a Los Locos del Ritmo y a su vocalista Toño de la Villa interpretando Pólvora, Aviéntense todos, Tus ojos y Chica alborotada; Los Camisas Negras –en su primera etapa se llamaban The Black Jeans- con éxitos importantes como El tigre, Tú me perteneces, Osito Teddy y La marcha de los santos. Un grupo especial y diferente porque empleó a un vocalista de color y voz nasal (Johnny Laboriel) fueron Los Rebeldes del Rock, a quienes por cierto les correspondió el honor de ser la primera en ver a la venta un disco de larga duración en abril de 1960 para el sello Orfeón; de esas primeras grabaciones se escuchan con frecuencia en el cuadrante radial La hiedra venenosa, Siluetas, Rock del angelito y Melodía de amor. Los Teen Tops dejaron testimonio de su calidad y fama internacional en tres discos de larga duración para Columbia y grabaciones a temas clásicos del género como La plaga y El rock de la cárcel; Los Crazy Boys, tuvieron como vocalista a uno de los mejores intérpretes del género Luis “Vivi” Hernández, en su voz, se recuerdan añejas grabaciones como Leroy, Ahora o nunca y Niño popis; Los Sinners colocaron dos éxitos contundentes en su efímera carrera: La carrera del oso y La novia de mi mejor amigo; Los Sonámbulos son gratamente recordados por sus covers a Carrera con el diablo y Grandes bolas de fuego; Manolo Muñoz antes de convertirse en solista llevó la voz rocanrolera de Los Gibson Boys desde Guadalajara a toda la nación para dar a conocer la balada Si te doy mi corazón y los rocks Lucila y Un gran pedazo de amor; Los Hooligans convirtieron en hits Agujetas color de rosa, Al final y Hotel de los corazones rotos; Los Hermanos Carrión se afirmaron como consentidos de la juventud gracias a sus recordadas grabaciones para Columbia y Orfeón como Creo estar soñando, Se fue, Las Cerezas y Creo estar soñando; a Los Boppers les sirvió Colina azul para convertirse en estrellas de la nueva ola y a Los Jockers les bastó colocar Cerezo rosa, la juguetona Matilda y Dulces a mi amor para hacer lo propio. Otra agrupación que alcanzó fama y notoriedad más allá de nuestras fronteras fueron Los Loud Jets muy recordados aún hoy por Agítese, haga ruido y ruede, Hermosa Laura, y Nena ¿jugamos a la casita?
Decenas de grupos de efímera vigencia y limitado éxito podrían agregarse a esta lista hasta convertirla en interminable. Todos ellos estuvieron formados por estudiantes adolescentes de clase media que refugiados en el rock and roll y haciéndose acompañar por una hamburguesa, una malteada o una coca-cola, veían pasar la vida en el México de los legendarios años sesenta.
Al terminar la moda de los grupos rocanroleros, las compañías discográficas se lanzaron a la tarea de lanzar a los baladistas imitadores de Paul Anka, Bobby Darin, Doris Day, Bobby Vinton o Brenda Lee. El éxito de las nuevas estrellas de la canción no se hizo esperar pues sus lanzamientos espectaculares incluyeron un importante respaldo orquestal con arreglos novedosos al estilo de las grandes bandas norteamericanas o europeas y sobre todo, contaron con un impresionante aparato publicitario que comprendía discos, radio, cine, prensa y televisión. El entrañable catálogo de aquellos baladistas sesenteros se engalana con la presencia de César Costa, Angélica María, Manolo Muñoz (q.e.p.d.) Julissa, Alberto Vázquez, Oscar Madrigal, María Eugenia Rubio, Lety Cisneros, Mayté y Pily Gaos (q.e.p.d), César Cervera, Miguel Ángel, Ricardo Roca, Paco Cañedo y el más destacado de todos ellos, tanto en México como en Hispanoamérica, Enrique Guzmán.
En México, el rock and roll comercial no se desarrolló (pese a que sus pioneros se empeñen en afirmar lo contrario) como una necesidad de expresión propia, ni como testimonio de vivencia cotidiana, mucho menos como rebeldía o protesta contra valores establecidos por los adultos, sino más bien como diversión y moda juvenil cuya explotación comercial en más de cincuenta años, ha generado ganancias millonarias para la industria del espectáculo.
Entre 1958 y 1962 se formaron los pioneros y a la postre más exitosos grupos rocanroleros mexicanos. Quienes vivieron la época recuerdan con nostalgia a Los Locos del Ritmo y a su vocalista Toño de la Villa interpretando Pólvora, Aviéntense todos, Tus ojos y Chica alborotada; Los Camisas Negras –en su primera etapa se llamaban The Black Jeans- con éxitos importantes como El tigre, Tú me perteneces, Osito Teddy y La marcha de los santos. Un grupo especial y diferente porque empleó a un vocalista de color y voz nasal (Johnny Laboriel) fueron Los Rebeldes del Rock, a quienes por cierto les correspondió el honor de ser la primera en ver a la venta un disco de larga duración en abril de 1960 para el sello Orfeón; de esas primeras grabaciones se escuchan con frecuencia en el cuadrante radial La hiedra venenosa, Siluetas, Rock del angelito y Melodía de amor. Los Teen Tops dejaron testimonio de su calidad y fama internacional en tres discos de larga duración para Columbia y grabaciones a temas clásicos del género como La plaga y El rock de la cárcel; Los Crazy Boys, tuvieron como vocalista a uno de los mejores intérpretes del género Luis “Vivi” Hernández, en su voz, se recuerdan añejas grabaciones como Leroy, Ahora o nunca y Niño popis; Los Sinners colocaron dos éxitos contundentes en su efímera carrera: La carrera del oso y La novia de mi mejor amigo; Los Sonámbulos son gratamente recordados por sus covers a Carrera con el diablo y Grandes bolas de fuego; Manolo Muñoz antes de convertirse en solista llevó la voz rocanrolera de Los Gibson Boys desde Guadalajara a toda la nación para dar a conocer la balada Si te doy mi corazón y los rocks Lucila y Un gran pedazo de amor; Los Hooligans convirtieron en hits Agujetas color de rosa, Al final y Hotel de los corazones rotos; Los Hermanos Carrión se afirmaron como consentidos de la juventud gracias a sus recordadas grabaciones para Columbia y Orfeón como Creo estar soñando, Se fue, Las Cerezas y Creo estar soñando; a Los Boppers les sirvió Colina azul para convertirse en estrellas de la nueva ola y a Los Jockers les bastó colocar Cerezo rosa, la juguetona Matilda y Dulces a mi amor para hacer lo propio. Otra agrupación que alcanzó fama y notoriedad más allá de nuestras fronteras fueron Los Loud Jets muy recordados aún hoy por Agítese, haga ruido y ruede, Hermosa Laura, y Nena ¿jugamos a la casita?
Decenas de grupos de efímera vigencia y limitado éxito podrían agregarse a esta lista hasta convertirla en interminable. Todos ellos estuvieron formados por estudiantes adolescentes de clase media que refugiados en el rock and roll y haciéndose acompañar por una hamburguesa, una malteada o una coca-cola, veían pasar la vida en el México de los legendarios años sesenta.
Al terminar la moda de los grupos rocanroleros, las compañías discográficas se lanzaron a la tarea de lanzar a los baladistas imitadores de Paul Anka, Bobby Darin, Doris Day, Bobby Vinton o Brenda Lee. El éxito de las nuevas estrellas de la canción no se hizo esperar pues sus lanzamientos espectaculares incluyeron un importante respaldo orquestal con arreglos novedosos al estilo de las grandes bandas norteamericanas o europeas y sobre todo, contaron con un impresionante aparato publicitario que comprendía discos, radio, cine, prensa y televisión. El entrañable catálogo de aquellos baladistas sesenteros se engalana con la presencia de César Costa, Angélica María, Manolo Muñoz (q.e.p.d.) Julissa, Alberto Vázquez, Oscar Madrigal, María Eugenia Rubio, Lety Cisneros, Mayté y Pily Gaos (q.e.p.d), César Cervera, Miguel Ángel, Ricardo Roca, Paco Cañedo y el más destacado de todos ellos, tanto en México como en Hispanoamérica, Enrique Guzmán.
En México, el rock and roll comercial no se desarrolló (pese a que sus pioneros se empeñen en afirmar lo contrario) como una necesidad de expresión propia, ni como testimonio de vivencia cotidiana, mucho menos como rebeldía o protesta contra valores establecidos por los adultos, sino más bien como diversión y moda juvenil cuya explotación comercial en más de cincuenta años, ha generado ganancias millonarias para la industria del espectáculo.
Para 1966, los bellos tiempos del rock perdieron su presencia en el mercado. El panorama musical fue ampliamente dominado por grupos de la llamada “ola inglesa” encabezados por The Beatles, The Rolling Stones, The Who y muchos más.
Ricardo y Alejandro Martínez Arreola
Aunque la mayoria eran covers, no hubo el talento suficiente para crear canciones de calidad en español.
ResponderEliminarHola Chato, no fue una condición sólo de nuestro país prácticamente en todo el mundo ocurrió algo similar. Lo importante es que las versiones en español realizadas en México fueron un referente en toda Hispanoamérica.Saludos.
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